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Artes Escénicas

‘Margen’ o el peso de una vieja herencia

  • El director Rafael R. Villalobos propone este martes en el Espacio Turina, junto a otros aliados como Proyecto Ocnos y el cantaor Álvaro Romero, una investigación sobre la masculinidad

El actor Álvaro Prados en uno de los vídeos que se verán en ‘Margen’.

El actor Álvaro Prados en uno de los vídeos que se verán en ‘Margen’. / Abelardo Castro

Podría decirse que el entusiasmo que el director de ópera Rafael R. Villalobos siente por su oficio es una suerte de fiebre que no da tregua, un volcán que no conoce otro lenguaje que el de la incandescencia. El sevillano, uno de los profesionales jóvenes más solicitados de la escena internacional, no ha parado en los últimos años, ni siquiera cuando una pandemia ha querido frenar el movimiento del mundo: mostró su visión del Così fan tutte de Mozart en el Maestranza y de la Tosca de Puccini en La Monnaie de Bruselas; acompañó al contratenor Xavier Sabata en el Winterreise de Schubert; desvió la atención de Woyzeck para dar voz a su víctima, Marie, en una pieza coproducida por el Teatro Real y La Abadía; y reinterpretó La voz humana de Poulenc, poniendo a dialogar a la soprano Nicola Beller Carbone con el piano de Juan Pérez Floristán en un montaje que pudo verse en el Espacio Turina. Mañana, Villalobos regresa a este último recinto, con unos cuantos aliados, para explorar el peso de esa vieja herencia de la masculinidad en Margen, una propuesta que ya desvela su carácter experimental y reflexivo en su subtítulo, Una investigación en torno a las periferias de lo normativo.

Esta producción propia del Turina surge del Banco de Proyectos, un laboratorio del Instituto de la Cultura y las Artes (ICAS) del Ayuntamiento de Sevilla, que permite a los creadores "adentrarse en terrenos que no habían explorado antes. Yo, que normalmente me dedico a la ópera, he salido aquí de mi zona de confort", celebra Villalobos, que cree que "iniciativas como ésta favorecen el intercambio con otros artistas". En Margen se congregan, cuenta el director, "una serie de agentes de la ciudad y la región cuyo trabajo cuestiona qué es ser hombre, que se preguntan por el cuerpo y el género". Es el caso de Álvaro Prados, actor y escritor que a través de espectáculos como #Autotune o Yo quiero ser Nomi Malone y libros como De carne y plástico se interesa por asuntos como la identidad y el lugar en el mundo que ocupan los que no responden a la norma, y que aquí interpreta fragmentos de vídeo que sirven de preámbulo a cada bloque de la propuesta. El cantaor Álvaro Romero, otro de los implicados en esta aventura, lleva lustros ensanchando los límites del flamenco, un empeño que consolidó con Manifiesto, un disco que sacó con el tándem que conforma con el dj Toni Martín, RomeroMartín, y en el que versionaba versos de poetas homosexuales como el referente Pedro Lemebel. En Margen recupera el legado de otro autor y activista con el que trabaja ahora, Miguel Benlloch. También Antiel Jiménez, formado en los ámbitos más dispares del teatro, viene en su faceta de performer "con un talento enorme para crear imágenes potentes", adelanta Villalobos.

El cantaor Álvaro Romero. El cantaor Álvaro Romero.

El cantaor Álvaro Romero. / D. S.

A esta fiesta están invitados asimismo un pilar de la escena musical de la ciudad como Proyecto Ocnos –"es muy emocionante la mezcla que hacen con alguien tan distinto a ellos como Álvaro Romero", opina el director–; Cachito Vallés, "uno de los artistas más interesantes de la ciudad", que meses después de la exposición que protagonizó en el mismo edificio regresa para elaborar una escenografía que se inspira entre otros motivos en la representación de la masculinidad que brinda la naturaleza; o Rafa Garhés, "un diseñador de moda que utiliza muchos de los elementos del Barroco y desafía la indumentaria masculina tradicional", señala Villalobos.

Rafael R. Villalobos. Rafael R. Villalobos.

Rafael R. Villalobos. / Juan Carlos Vázquez

Fragmentos del Tristán e Isolda de Wagner o "un solo complicadísimo", Dal Niente, de Helmut Lachenmann, electrónica y música del Seiscento, la teoría de los afectos del Barroco o el pensamiento de Alex Espinoza sobre el cruising conviven en este artefacto escénico que contrapone "al hombre cisgénero heterosexual con el homosexual" y que entre otros propósitos reflexiona sobre "cómo sería una teoría contemporánea y masculina de los afectos, teniendo en cuenta toda esa carga que arrastramos y que anula la capacidad del hombre para poder expresarse". En escena, dos tipos se enfrentarán de maneras distintas a su sexualidad: uno la vive con libertad y alegría, y en el otro pesarán los asfixiantes códigos heredados.

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