El mundo de Tomeo

Recopilados poco antes de su muerte, los 'Cuentos completos' del autor aragonés son una inmejorable puerta de entrada a una de las obras más singulares de la narrativa.

Ignacio F. Garmendia

30 de junio 2013 - 05:00

Cuentos completos. Javier Tomeo. Ed. de Daniel Gascón. Páginas de Espuma. Madrid, 2012. 872 páginas. 29 euros.

Era un escritor muy conocido y a la vez secreto, que publicaba en editoriales de renombre pero vivía felizmente ajeno a los circuitos literarios. Raro, marginal o periférico -como lo calificara su paisano Félix Romeo, otro 'amado monstruo' de las letras aragonesas-, Javier Tomeo iba por libre, siempre fiel a su peculiar manera. Sus decenas de libros desmienten el supuesto desinterés de los escritores españoles por la literatura fantástica y lo retratan como autor prolífico, pero exigente, cuya obra se ofrece como arca repleta de sorpresas para los lectores menos rutinarios. Brilló especialmente en la distancia corta y por fortuna disponemos de un volumen reciente que reúne casi todas sus incursiones en el género, en el que fue maestro indiscutido y referente de culto para los vindicadores del relato. Editada por Daniel Gascón y acogida por uno de los sellos más prestigiosos entre los amantes de la narrativa breve, la recopilación comprende siete títulos: Bestiario (1988), Historias mínimas (1988), Problemas oculares (1990), Zoopatías y zoofilias (1992), El nuevo bestiario (1994), Cuentos perversos (2002) y Los nuevos inquisidores (2004), a los que se añade una generosa colección de Inéditos y reescrituras. Cuentos, apuntes teatrales, estampas o microrrelatos en los que el autor aragonés -un adelantado en lo que se refiere a esta última modalidad- dejó constancia de un talento narrativo fuera de lo común, por su calidad, su originalidad y su audacia.

Es ya costumbre referirse al influjo de Kafka, que él limitaba a su primera época, pero sin merma de su singularidad irreductible el mundo de Tomeo remite igualmente a los surrealistas, con los que comparte el gusto por el humor negro, o la literatura del absurdo, de la que tomó el trasfondo existencial o metafísico. También, entre nosotros, a los espejos deformados del esperpento o el filón inagotable de Ramón Gómez de la Serna. Pero más allá de los referentes contemporáneos, y entre estos habría que citar además a la prodigiosa generación de los Jardiel y compañía, no cabe ignorar la familiaridad de Tomeo con toda una tradición -las fábulas, las metamorfosis- que se remonta a la Antigüedad clásica, continúa muy viva en el imaginario medieval -los prodigios o maravillas, los bestiarios- y llega hasta nuestro tiempo de la mano de autores gloriosamente excéntricos como Cunqueiro o Perucho. Nada que tenga que ver con el realismo, por lo tanto, aunque sí con los desvaríos de la condición humana, pues a menudo son los escritores más imaginativos o fantasiosos los que mejor han retratado las pulsiones irracionales, los terrores secretos, los anhelos más o menos confesables de la especie o de las especies, dado que en estos cuentos los animales -humanizados- tienen tanto protagonismo como las personas, que a veces se comportan como bestias.

En línea con los modelos mencionados, Tomeo usa de la alegoría, los símbolos o los personajes arquetípicos, pero al mismo tiempo sabe recrear con trazos muy vivos -y buen oído para los diálogos- las tribulaciones y perplejidades del hombre contemporáneo. Sus narraciones tienden a la comicidad, pero con frecuencia incurren en un terreno ambiguo o inquietante e incluso pesadillesco que explora el lado más grotesco o siniestro de lo cotidiano, oculto tras la normalidad aparente. Luego, como todos los humoristas genuinos, Tomeo tiene una veta melancólica -y crítica- que aflora en sus personajes más vulnerables, seres caracterizados por la infelicidad, la incomunicación, los miedos o las carencias afectivas. Seres excéntricos, monstruosos, disparatados, antiheroicos o directamente imposibles: "Cuando su muñeca hinchable le dejó por otro, mi amigo pensó que su soledad ya no tenía remedio y se sintió el hombre más infeliz del mundo". La soledad es precisamente uno de los grandes temas de estos cuentos y de toda su obra, que sabe alternar los registros satíricos con otros donde se impone un lirismo desolado. Fijado ya para siempre como uno de los territorios más singulares de la narrativa española contemporánea, el mundo de Tomeo es un lugar azaroso y extraño, divertido o tragicómico, que rehúye la realidad pero no deja de reflejarla.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

ORQUESTA DE LA FUNDACIÓN BARENBOIM-SAID

El miedo, la furia y el triunfo

Lo último