Un patrimonio precioso en el recinto cartujano

Juan Vergillos

27 de junio 2009 - 05:00

V Festival Flamenco de Sevilla. Cante: Miguel Poveda, Miguel el Funi, Quico de Écija. Guitarra solista: Paco del Gastor, Antonio del Gastor, Gastor de Paco. Baile: Merche de Morón. Cante para el baile: Moi de Morón, Jesús Flores. Guitarra para el acompañamiento: Juan del Gastor, Paco de Amparo, Agustín de la Chica, Chicuelo. Compás: Manuel Flores, Carlos Grilo, Luis Cantarote. Lugar: Monasterio de la Cartuja. Fecha: 25 de junio. Aforo: Lleno.

Miguel Poveda está pletórico, exultante. No importa su doble comparecencia de hace unos días en el Lope, o su pródiga gira provincial en los festivales de verano más diversos. El público, que abarrotó el recinto cartujano, no se cansa de escucharle. El repertorio ofrecido en la madrugada del jueves al viernes en la Cartuja nada tiene que ver con lo que hizo en el teatro. Cantó alegrías, malagueñas, soleares, seguiriyas, bulerías... pero lo que transmitió en todo su recital es la plenitud vital, artística y personal, que atraviesa. Además, con el guitarrista que mejor lo ha acompañado desde que se inició en el cante jondo, Chicuelo. Tanta plenitud se transforma en una entrega total en cada uno de los tercios, sean de Manuel Molina, El Canario, El Mellizo o quien sea, y una asunción personal de los estilos. También en un cierto barroquismo que a veces resultó excesivo pese a guardar perfecta lógica estética con la propuesta del catalán.

La primera parte del festival estuvo protagonizada por el toque de Morón en sus tres facetas de solista y acompañamiento al cante y al toque. En la primera de ellas destacó el asombroso mini recital de Paco del Gastor. Soleares y bulerías, sin solución de continuidad, al estilo de su tío Diego. En esta forma de entender el flamenco los egos quedan en segundo plano en aras de una forma colectiva, local y familiar, de entender el arte y la vida. Las melodías de Diego del Gastor sonaban en las manos de su sobrino como recién paridas. Algo parecido podemos decir de Juan secundando al Funi. Adoración hacia el cante, que mece e impulsa desde su colchón armónico, y falsetas finas, seguras, plenas. El toque de Morón tiene alas, también en la guitarra de Paco de Amparo y Agustín de la Chica, para el baile de Merche de Morón. Es un patrimonio precioso, anterior a las revoluciones que se han sucedido en la guitarra flamenca en las últimas cuatro décadas.

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