Lo político es personal

Crítica de Cine

El nuevo filme de Sally Potter está plagado de referencias al Brexit. / D.s.
Manuel J. Lombardo

18 de febrero 2018 - 02:41

La ficha

'The party' Comedia negra, Reino Unido, 2017, 71 min. Dirección y guión: Sally Potter. Fotografía: Alexei Rodionov. Intérpretes: Patricia Clarkson, Bruno Ganz, Cherry Jones, Emily Mortimer, Cillian Murphy, Kristin Scott Thomas, Timothy Spall. Cines: Avenida, Metromar.

Lejos ya de la vocación experimental de sus primeros trabajos (The gold diggers, Orlando), el nuevo filme de la británica Sally Potter (The tango lesson, Ginger & Rosa) sigue empero afrontando una mirada política sobre el mundo, las historias y sus personajes, esta vez de la mano de un enredo tragicómico de hechuras teatrales que encierra en una casa y en un corto periodo de tiempo a un grupo de amigos de la clase media-alta para hacer aflorar en el roce una serie de secretos, traiciones y tensiones sobre el subtexto de la renuncia ideológica de las clases dirigentes del país, viejos idealistas de la progresía, el compromiso, la intelectualidad o el feminismo que hoy se relamen con gusto las heridas del cambio de chaqueta en su ambición por el poder o por una cuestión de mero egoísmo hedonista.

La reunión de amigos, a saber, el viejo y conocido esquema del banquete distópico, se despliega aquí en un blanco y negro distanciador, unas maneras visuales algo enfáticas y, sobre todo, en el tono matizado aunque levemente excesivo de un elenco coral de campanillas que va y viene entre habitaciones y puertas intentando conciliar un texto plagado de referencias a la actualidad político-social británica con los avatares personales y sentimentales de unos personajes trazados desde la diversidad de estereotipos de la burguesía blanca acomodada, de la nueva Ministra que encarna Scott Thomas a su marido, el profesor universitario que interpreta Timothy Spall, de la pareja de lesbianas en espera de hijos que protagonizan Cherry Jones y Emily Mortimer al excéntrico sanador espiritual que hace Bruno Ganz, pasando por el acelerado cocainómano con pistola que encarna Cillian Murphy.

El resultado es una comedia negra con mensaje y un retrato de la hipocresía de lo políticamente correcto que explicita demasiado sus temas e intenciones aunque no termine de dominar con la precisión sus ritmos y su dinámica de encierro a pesar de un metraje breve y de su afán por tratar con ligereza asuntos más bien serios.

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