Mercado de futuros. Directora: Mercedes Álvarez. País: España. Año: 2011. Duración: 113 mins.

Esperábamos con ilusión el segundo filme de la soriana Mercedes Álvarez, no sólo por su carácter anómalo (se trata de un ensayo documental) en una sección oficial de auténtica pesadilla, sino por comprobar sobre todo cómo ha evolucionado una mirada personal que ya en su premiado primer trabajo, El cielo gira (2005), entroncaba con una de las vetas más estimulantes del último cine español, aquélla que, desde los márgenes de la industria y bajo las enseñanzas de Jordá y Guerin, se ha gestado en la cocina del Máster de Documental de Creación de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, de donde también han salido cineastas como Isaki Lacuesta, Rafael Íscar o Ariadna Pujol.

El carácter autobiográfico y mítico de aquel primer filme da paso ahora a una nueva indagación sobre el presente en transformación y las huellas de un pasado en vías de extinción. Con la crisis económica en el horizonte de varios bloques que se suceden en una dialéctica algo elemental y visible, Mercado de futuros confronta la desvalorización paulatina de la memoria y el perfil humano de la ciudad (el piso desmantelado cuyos objetos acaban pisoteados en un mercadillo, el anciano que cultiva un pequeño huerto rodeado por la autopista o ese otro, sin duda el auténtico hallazgo del filme, que se niega a vender sus cachivaches en el barcelonés rastro de los Encants mientras le da conversación esencial a todo aquel que se acerque a su puesto), con el fácilmente ridiculizable universo robotizado de los congresos y sesiones de coach management, el trabajo de vocingleros brokers de bolsa o el de esas ferias inmobiliarias en las que se venden proyectos internacionales y paraísos artificiales al mejor postor. 

Pespunteados por unos interludios líricos prescindibles, hilvanados por una referencia a la leyenda de Simónides a través de Frances Yates, y filmados en precisos planos fijos de composición geométrica y distanciadora, los diferentes bloques de Mercado de futuros buscan dialogar y construir una forma-pensante que se ve, empero, lastrada por esa excesiva autocomplacencia con el material filmado que no deja meter tijera o hilar más fino ahí donde unas mismas ideas tienden a acumularse y repetirse irremediablemente.