Victoria Martín | Cómica, guionista y escritora

“Tengo la sensación de ser de la generación que le ha fallado a todo el mundo”

  • 'Se tiene que morir mucha gente' es el debut literario de Victoria Martín, una de las cómicas más conocidas del panorama nacional

Victoria Martín en una imagen promocional de su libro 'Se tiene que morir mucha gente'.

Victoria Martín en una imagen promocional de su libro 'Se tiene que morir mucha gente'. / M. G.

Victoria Martín (Madrid, 1989) debuta en el mundo literario con Se tiene que morir mucha gente, una novela fresca y divertida que narra las peripecias de cuatro jóvenes adultas que se ven empujadas por los vaivenes de la vida. Las expectativas, la culpa y las imposiciones sociales se entremezclan en una historia desarrollada con un humor afilado y certero. La autora es una cómica madrileña más conocida por @livingpostureo (su Instagram), que a sus 33 años de edad es todo un referente en el panorama humorístico nacional. Estirando el chicle es su podcast más conocido, pero actualmente se encuentra inmersa en su propio programa, Malas personas, donde continúa, con un toque muy personal, haciendo reír.

Se tiene que morir mucha gente es su primer libro después de una exitosa trayectoria como cómica, ¿existe en usted una vocación literaria?

–Me gusta escribir desde que era pequeña. Hice Periodismo, y luego es cierto que me metí en el mundo del guion. Siempre he sido guionista y esto ha sido un reto porque es cierto que no es lo mismo escribir monólogos en un formato de guion que hacer una novela. Ha sido un desafío muy difícil.

–¿Cómo ha sido la reacción del público?

–Lo cierto es que ha sido muy buena, porque ya vamos por la cuarta edición y el libro salió a la venta el 20 de octubre. No me lo esperaba para nada.

–Ha sido guionista de dos programas muy vistos: Vodafone yu y La Resistencia.

–Sí, sí, empecé en Vodafone yu. También estuve en Late Motiv y sí, claro, en La Resistencia. Allí lo que hacía era elaborar el guion del principio, pero todo lo que son las entrevistas de Broncano, las hacía él mismo. También he trabajado con Ana Morgade y he hecho el podcast Estirando el chicle. Ahora estoy con Malas personas.

–Su libro hace una alusión muy notoria a la rivalidad entre mujeres.

–No sé si mi intención era tanto mostrar la rivalidad como el hecho de que las mujeres no somos perfectas y, por el hecho de ser mujeres, no tenemos por qué caernos bien entre nosotras siempre. La sororidad está genial, por supuesto, pero si somos sinceros, las mujeres no somos seres de luz; tenemos nuestros grises, nuestras contradicciones y por mucho que sea entre personas del mismo género, puedes tener una relación controvertida con cualquiera. Por supuesto, también está el hecho de la competitividad entre mujeres, que es algo que nos han metido desde que éramos niñas, igual que el culto a la belleza. Al final hay ciertos aspectos de los roles de género que terminamos aceptando como normales, y entre ellos se encuentra la competitividad entre nosotras. Una vez que ya te empiezas a deconstruir te das cuenta de lo tóxico que es todo esto y que, evidentemente, cuanto más unidas, mejor.

"Las mujeres no somos seres de luz; tenemos nuestros grises y nuestras contradicciones”

–¿Cuánto hay de usted en Bárbara, la protagonista?

–Sí, sí, el personaje de Bárbara soy prácticamente yo llevado un poco al extremo. También creo que estoy un poco en las tres protagonistas, al igual que tienen cosas de mis amigas, así como de mujeres que conozco y me caen bien y de otras que no tanto. He hecho una especie de amalgama de personas que sí que tienen mucho que ver con mi vida y con mis vivencias.

–¿Es algo que se hace de forma consciente?

–Yo creo que lo hice porque me salió así. Quería contar esta historia, una historia del reencuentro de amigas cuando llevan mucho tiempo sin verse. Yo también estudié en un colegio supereligioso, y quería narrar ese momento de la culpa y de conocerse en un ambiente bastante tóxico estricto y luego, de repente, con treinta años volver a reencontrarte con determinadas personas y ver que no hay nada ahí. Muchas veces nos cruzamos con gente que formaron parte de nuestras vidas y pensamos ¿yo qué hacía con esta persona, si no tenemos nada en común? También quería hacer más comedia y mostrar cómo vivimos la comedia las mujeres que estamos dentro, que es una industria muy complicada.

Se tiene que morir mucha gente también habla sobre no alcanzar nuestras propias expectativas, ¿eso suele ocurrir?

–Suele pasar muchísimo. En nuestra generación más aún. Tampoco sé, si te digo la verdad, si teníamos muchos sueños. Considero que se pusieron muchas expectativas en nuestra generación, y quizá sea por eso, pero yo tengo la sensación de que somos la generación que le ha fallado a todo el mundo sin saber muy bien por qué. Creo que cargamos con mucha culpa al no haber sabido gestionar esa “responsabilidad”. También han sido nuestras condiciones, que no han sido las más favorables del mundo, porque literalmente nos ha pillado todo.

–¿En qué momento se dio cuenta que valía para hacer comedia?

–No lo sé, tampoco sé si valgo ahora mismo. Creo que depende de con quién hables. Siempre me ha gustado, y aunque soy una persona supertímida, cuando me subo a un escenario cambio muchísimo. Lo cierto es que lo que me gustaba mucho era escribir, y luego llegó todo porque sí. Todo ha sido muy orgánico, muy natural, y he acabado aquí.

–¿Cómo es estar continuamente tan expuesta a la opinión pública a través de las redes sociales?

–Es muy complejo, porque las redes sociales tienen una parte muy positiva pero otra que es muy complicada de gestionar. También considero que en muchas ocasiones, todo eso que se habla sobre los influencer y sobre no saber qué hay detrás de ellos, me parece un pelín tóxico. Las redes sociales son un privilegio enorme, y bien lo saben las personas que pueden vivir de ellas, por eso, en parte considero que quejarme en ese sentido me parece un poco de problema del primer mundo. Hay un montón de gente que tiene trabajos superprecarios, y no me parece justa la queja a un trabajo de privilegiado. Sí que es cierto que hay que estar muy fuerte de salud mental para estar ahí expuesto a las opiniones de todo el mundo, porque continuamente te tienes que enfrentar a determinadas situaciones que, de no estar bien de salud mental, pueden llegar a afectar mucho.

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