Cáncer en el embarazo: más luces que sombras

Un cáncer diagnosticado en el embarazo o posparto supone un desafío para médicos, mujeres y familiares, pero se pueden alcanzar buenos resultados con un manejo adecuado y multidisciplinar

Por desgracia, el cáncer podría ocurrir también durante uno de los periodos más bonitos de la vida de las mujeres. El cáncer gestacional, o cáncer asociado al embarazo, se define como el cáncer que ocurre durante el embarazo o el año posterior al parto. Este cáncer, afortunadamente, suele ser una enfermedad rara, con una incidencia baja, en torno a 90-120 casos por 100.000 embarazos en Europa. El cáncer asociado al embarazo más frecuente es el cáncer de mama, seguido por los cánceres de tiroides, cuello uterino, linfomas y melanoma cutáneo. La edad materna de la gestación, cada vez más avanzada en nuestro país, supone un incremento del riesgo de padecer cáncer durante el embarazo, siendo éste cuatro veces más alto en mujeres mayores de 40 años, en comparación con las menores de 30 años.

Padecer cáncer asociado al embarazo puede conllevar algunas complicaciones en el diagnóstico y tratamiento de éste. Primero, los síntomas de cáncer podrían confundirse con los síntomas de gestación o posparto, algo que podría suponer demoras en el diagnóstico. Por ejemplo, los cambios en el pecho, tales como percibir un bulto o sentir una inflamación, son señales de alarma para el cáncer de mama. Sin embargo, estos síntomas también son una ocurrencia bastante frecuente asociada a la lactancia materna o la mastitis durante el periodo posparto. Un estudio de nuestro grupo de investigación encontró que, el tiempo que transcurre entre el comienzo de los síntomas y la primera cita con un profesional sanitario para evaluar estos síntomas suele ser mucho más prolongado en mujeres diagnosticadas con cáncer de mama asociado al embarazo en comparación con las mujeres diagnosticadas fuera de este periodo.

Una vez que se establece una sospecha de cáncer gestacional, se recomienda disponer de un equipo multidisciplinar de profesionales para guiar y aconsejar a la mujer y su familia en el proceso de diagnóstico y tratamiento. Para determinar la pruebas diagnósticas y tratamientos idóneos, se debería considerar tanto la semana de gestación, como el estadio del tumor y la adecuación de las pruebas, ya que, en ciertas ocasiones, el embarazo podría interferir con los resultados.

En general, la mayoría de las pruebas diagnósticas se pueden realizar en mujeres embarazadas sin poner en peligro al feto. El objetivo debe ser reducir la exposición fetal a la radiación a niveles seguros, dando preferencia a métodos de obtención de imágenes alternativos, como la resonancia magnética y la ecografía, si estos pueden dar resultados fiables.

Hoy en día es posible tratar el cáncer en la mujer embarazada sin secuelas para el feto

En cuanto a los tratamientos, aunque la cirugía se puede realizar de forma segura en varios momentos del embarazo, otros tratamientos como la radiación en la región de la pelvis o lo quimioterapia durante el primer trimestre o con ciertos medicamentos no se recomiendan, por sus efectos nocivos en el feto. Esto se debe a que algunos tratamientos, especialmente los administrados en los momentos más sensibles del embarazo, cuando se están formando los órganos fetales, podrían causar malformaciones o incrementar el riesgo de aborto. En todo caso, hay que evaluar el balance riesgo y beneficio, tanto para la madre como para el feto, a la hora de elegir el tratamiento y su momento de administración. La regla básica será posponer el tratamiento hasta finalizar la gestación cuando ésta esté avanzada y centrarnos sólo en la madre cuando sea muy incipiente.

El tratamiento también podría afectar las circunstancias del parto. En ciertas ocasiones, inducir un parto prematuro podría ser una opción, si el feto ha llegado a una edad gestacional que lo permite. También hay varios tratamientos que incrementan los riesgos asociados al parto natural, siendo la cesárea el método preferible de parto en estas ocasiones. Se recomienda que la mujer sea tratada en un centro de referencia que disponga de UCI neonatal en caso de parto prematuro u otras complicaciones fetales.

Gracias a los avances en el conocimiento científico y las tecnologías, hoy en día es posible tratar el cáncer en la mujer embarazada sin secuelas para el feto y sin que esto necesariamente suponga peores resultados para ella. Sin embargo, los estudios científicos indican que las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama gestacional tienen, en promedio, un peor pronóstico que las mujeres diagnosticadas fuera de este periodo. Se necesita más investigación sobre los resultados de las diferentes estrategias terapéuticas en las pacientes y sus bebés, especialmente los resultados a largo plazo de los bebés expuestos a tratamientos en útero.

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