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Análisis

Indalecio de la Lastra Valdor

Ingeniero de Caminos y urbanista

¿Es el Guadalquivir patrimonio de Sevilla? Una reflexión necesaria

El autor sostiene que la ciudad no debe caer en la trampa de mercantilizar su valioso paisaje histórico con la excusa de construir una pasarela innecesaria

¿Es el Guadalquivir patrimonio de Sevilla? Una reflexión necesaria

¿Es el Guadalquivir patrimonio de Sevilla? Una reflexión necesaria

¿Quién defiende al Guadalquivir? Ese era el debate. En la última reunión de la Comisión Provincial de Patrimonio se concluyó, con argumentos poco convincentes, que la construcción de una nueva pasarela entre los puentes de San Telmo y de Los Remedios, frente al centro comercial Altadis, no afectaría negativamente al paisaje del río Guadalquivir. Esta afirmación pone en tela de juicio la consideración del Guadalquivir como elemento patrimonial emblemático digno de protección, y precisamente en la ciudad fluvial con mayor patrimonio e historia del sur de Europa. ¿Cómo es posible que no contemple al río, corazón de Sevilla, como un patrimonio digno de protección? ¿Se ha considerado suficientemente cómo esta intervención alterará la narrativa de nuestra ciudad y la conexión emocional que tenemos con ella?

La propuesta de la pasarela parece olvidar lo fundamental: el río Guadalquivir no es solo un cuerpo de agua que atraviesa nuestra ciudad, es una vena que nutre nuestra historia, cultura e identidad. El proyecto ignora el valor inestimable de este legado.

El proyecto sugiere la unión de dos áreas de la ciudad sin relación funcional entre sí, y alterando la percepción histórica del río Guadalquivir y su entorno. La pretendida pasarela establece su cabecera del Paseo de las Delicias frente a la calle de La Rábida, punto en el que no confluye itinerario peatonal habitual, con lo que su necesidad es prácticamente nula, ignorando la utilidad como principio fundamental en la construcción de puentes, ya que la cohesión urbana de Los Remedios esta eficazmente resuelta con los puentes de San Telmo y de Los Remedios.

Resulta inquietante que la justificación para esta nueva pasarela parezca basarse muy poco en un análisis riguroso de su impacto en la conectividad urbana y sus consecuencias sobre el patrimonio histórico, y mucho más han primado los intereses económicos y empresariales que nada tienen que ver con el Patrimonio, con mayúsculas en el caso del Guadalquivir en Sevilla. La existencia de proyecto ignora el valor inestimable de este legado, priorizando otros intereses sobre el respeto por nuestro pasado. Aunque el arquitecto japonés Kengo Kuma, seleccionado para el diseño de la pasarela, es reconocido por su sensibilidad en fusionar lo moderno con lo tradicional, lo oriental con lo occidental, hay aspectos que un proyecto, por muy bien intencionado, no puede solventar por sí mismo. El impacto negativo en el paisaje histórico de Sevilla y la imagen del río Guadalquivir en la ciudad están asegurados.

Resulta imperativo ahora cuestionar la posición de la Comisión Provincial de Patrimonio ante este proyecto. ¿Es posible que, por errores no identificados, no se hayan considerado adecuadamente los impactos en el patrimonio de Sevilla y su vínculo indisoluble con el río Guadalquivir? La propia composición de la Comisión necesita una revisión, al estar incluyendo representantes con posibles conflictos de interés, como sucede con la representación de la Federación de Empresarios-Gaesco, o los representantes de intereses políticos, además de otros cargos que intervienen puramente simbólicos y obligados posiblemente para simulación de trasparencia, plantea dudas sobre la imparcialidad de sus decisiones.

En conclusión, este no es solo un debate sobre una pasarela; es una conversación sobre nuestros valores, nuestro legado y el futuro que deseamos construir juntos, y por ello resulta esencial reevaluar este proyecto desde una perspectiva que priorice la conservación del patrimonio histórico y el interés público sobre las ganancias económicas a corto plazo. La historia, la cultura y el paisaje urbano de Sevilla merecen una protección rigurosa para asegurar que continúen siendo disfrutados por generaciones futuras.

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