Análisis

Gumersindo Ruiz

Hábitos e información en la guerra contra los precios

Aparte de la energía, tres cuestiones destacan en la lucha actual contra los precios. Primera, llama la atención una encuesta de la consultora McKinsey sobre cómo los consumidores cambian sus hábitos, favoreciendo marcas de bajo precio: el 74% han cambiado algo en sus hábitos, y un 40% esperan hacerlo. Los productos para el hogar son en los que más se ahorra, y de más a menos, en alimentos congelados, leche y huevos, pan, fruta y vegetales, carne, pollo y pescado; sin embargo, en las bebidas alcohólicas la gente permanece fiel a sus hábitos, lo cual se extiende al ocio, evidente en estos días de puente, con un movimiento que no da imagen de una crisis de precios y consumo.

Segunda, ante el encarecimiento de algunos productos alimenticios, como el pollo, la alternativa puede ser el pescado congelado; hay margen también para sustituir verduras frescas por congeladas, pero no la fruta. Las diferencias entre precios de producción y al consumidor, son muy grandes, más de la mitad en el pollo, cuatro veces más en la ternera, o cinco veces más en el tomate redondo liso, que pasa de 0,76 euros el kilo a 3,81 euros. Quizás haya productos cuyo precio ha sido bajo durante tiempo, y está bien que hayan subido, pero el productor no se beneficia de ello, y la intermediación apenas está asumiendo una fracción del aumento de costes.

En tercer lugar, no se ven cambios entre compras en tienda y on line. Sí se dificultan las devoluciones que superan el 15% de las compras, y el doble en calzado. Los costes hacen que muchas devoluciones ni siquiera vuelven al vendedor o productor original; un empleado de Amazon coge 30 productos en un minuto, pero tarda diez minutos en procesar una devolución, lo que es costoso. Hay compañías dedicadas a la gestión de devoluciones por cuenta de minoristas, como goTRG; otras, Optoro, y Happy Returns, son logísticas y agrupan devoluciones, aunque para productos de menos de 50 euros es difícil recuperar un 30%, por lo que se está invirtiendo muy fuerte en pruebas virtuales de ropa, cosméticos, e incluso calzado. Las devoluciones aumentan porque con la crisis la gente acostumbrada a comprar sigue haciéndolo, se queda corta de dinero, y devuelve; pero la compra on line subirá, porque se conoce mejor el precio del producto, frente a la alternativa de visitar varios comercios, y si acaso, una vez obtenida la información on line, se da el desplazamiento al comercio.

Sacamos de aquí otras tres ideas; hay una pugna entre oferta y demanda que tiene los límites de los salarios, que secularmente crecen por debajo de otras rentas, y consumos que son difícilmente sustituibles, aunque vamos poco a poco discriminando; es fundamental el papel abaratador que da el conocimiento de precios on line; y hay que mantener la competencia, aunque resulta restringida por la facilidad del gran distribuidor de conocer el mercado minuto a minuto lo que le da cierto dominio. Tiene que conciliarse todo esto sin que se agrave el malestar ante los precios y surja el conflicto, algo que, como decía el arzobispo, premio Nobel y activista Desmond Tutu hablando del resentimiento y la ira personal, es malo para la presión sanguínea y la digestión, política y social en este caso.

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