Pilar Cernuda

Política y másteres

Crónica personal

13 de septiembre 2018 - 02:34

Todos han perdido con la dimisión de Carmen Montón. Ella la primera, que ha perdido su cargo de ministra. El segundo, Pedro Sánchez, por la pésima gestión. Pecó el presidente de imprudencia cuando se empecinó en no hacer caso a las voces de su partido e hizo público su apoyo a Montón.

Le faltó tiempo a Iglesias para pedir su dimisión, de manera que si Montón cesaba, se apuntaba un tanto -otro más- porque aparecería como el que obliga Sánchez a tomar decisiones y a rectificar. Es el único que ha salido bien parado de esta historia, además de la nueva ministra. Porque la dimisión tampoco es una buena noticia para Pablo Casado: ha abierto la espita para que se hagan paralelismos aunque las diferencias son evidentes. Los socialistas no han tardado en exigir su cese poniendo a Montón como ejemplo. Porque aquí el que no corre vuela, y Sánchez se encuentra con un problema más al exigir Albert Rivera que Sánchez muestre su tesis doctoral, que no aparece por ninguna parte.

Sobre esa tesis existían todo tipo de rumores. Lo de Rivera ha dejado en segundo plano la estrategia de Ferraz y Moncloa de presionar a Casado y ahora todo el mundo se ha enterado de que la universidad que convirtió en doctor a Sánchez no ha atendido las demandas de que facilite su tesis. Desde su entorno aseguran que la existe. Pero esa supuesta tesis doctoral, ni de lejos cumple los requisitos y la rumorología apunta a un ex ministro escribió algo deprisa y corriendo para sacar a Sánchez del apuro.

Es decir, pasa a segundo plano el debate sobre la capacidad de aprobar decretos del Gobierno y la posibilidad de que se adelanten las elecciones por la imposibilidad de gobernar, y se abre el debate sobre los currículum engordados o fraudulentos, los socialistas tratarán de desacreditar a Casado igualando su caso con los de Montón o Cifuentes... y a Sánchez se le pone muy difícil borrar las dudas sobre su doctorado si no aparece la dichosa tesis. El afán de acumular títulos impregna hoy la política española. La envenena.

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