Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
La tragedia valenciana y el riesgo moral
Salud sin fronteras
Tenemos una nueva variante del coronavirus Covid-19 que ha vuelto a generar una profunda preocupación entre las autoridades sanitarias de la OMS y del conjunto de países del mundo; de igual forma, las bolsas internacionales reaccionaron con fuertes caídas cuando se conoció de su existencia.
De inmediato se adoptaron medidas de cierre de fronteras con Suráfrica y países de su entorno, así como fuertes controles y exigencias estrictas en la entrada de viajeros en puertos y aeropuertos. Medidas cuyo impacto para evitar la circulación de la nueva variante tendrán impacto relativo porque la circulación es ya comunitaria.
Las primeras informaciones de carácter científico parecen indicar una más alta capacidad infectiva y se mide su capacidad ante la inmunidad generada por vacunas. Esto nos debe llevar a la prudencia y a la preocupación ya que vamos a asistir a un incremento del número de casos detectados en nuestro medio y, por ello, corremos el riesgo de un nuevo repunte epidémico con impactos en salud y en más presión asistencial.
Si a esta situación unimos la continua evolución al alza en la incidencia que se viene observando y que nos ha situado en plena sexta ola, podemos comprender las razones de tener que preocuparnos y ocuparnos de nuevo. En la medida que se cumplan las negras previsiones sobre la nueva variante del coronavirus, nos podemos encontrar con un problema importante que nos lleve a una situación parecida a la que están sufriendo ya países como Alemania o Austria en el contexto de la Unión Europea.
Desde el punto de vista epidemiológico, aconsejaría plantear nuevas restricciones en la interacción social fundamentalmente teniendo en cuenta que en esta época de puente de la Constitución y fiestas de Navidad hay muchísimas posibilidades de encuentros y de aglomeraciones, que suponen un riesgo cierto para la transmisión del coronavirus y especialmente para la transmisión con esta nueva variante ómicron. Estamos viendo que ante la buena cobertura vacunal de nuestro país y con una incidencia menor a otros países de la Unión Europea, junto a la aún baja presión asistencial, hay una tendencia a evitar la adopción de medidas restrictivas que se saben van a afectar la actividad económica propia de esta época del año. Las consecuencias serán más casos y nuevos incrementos de las cifras de hospitalización general, en las UCI y en el número de fallecidos. Y después de esto, no descartemos que se tengan que adoptar restricciones severas como probablemente haga el País Vasco en pocos días.
Convendría anticiparse al virus y a la nueva variante y adoptar medidas restrictivas como limitación de aforos, limitación de horarios e incluso, en algunas zonas con incidencia muy alta, toques de queda. En espera de que las autoridades sanitarias autonómicas decidan aplicar estas medidas en función del semáforo de gravedad aprobado en el Consejo Interterritorial, solo nos queda a los ciudadanos ser prudentes y aplicar de manera estricta las medidas que funcionan y que están en nuestras manos. Mascarilla, distancia de seguridad, lavado de manos y evitar espacios cerrados son medidas muy eficaces que están a nuestro alcance, a lo que debemos añadir evitar las comidas y las cenas de Navidad y de empresa y las aglomeraciones que nos pueden generar el riesgo de contagio. Todo esto, porque esta nueva variante (mientras no se demuestre lo contrario), merece todo nuestro respeto y temor. Ah, y vacúnense.
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