Sánchez amarra la legislatura

La aprobación inicial de los presupuestos por una amalgama de partidos garantiza al PSOE llegar a diciembre de 2023 y relativiza la dependencia de Unidas Podemos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estrecha la mano del portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, a las puertas del Congreso de los Diputados, el pasado jueves.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estrecha la mano del portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, a las puertas del Congreso de los Diputados, el pasado jueves. / Mariscal (Efe)

Una coalición coyuntural de partidos, dispar y ligeramente pespunteada ha sacado adelante el primer trámite de presupuestos del Gobierno. Mérito que ha de atribuirse el Ejecutivo por tan heterogéneos apoyos: ERC, PNV, EH Bildu, Más País, Compromís, BNG, Nueva Canarias, Partido Regionalista de Cantabria y Teruel Existe. Es como una ONU española.

Queda la segunda vuelta de la negociación, en la que se pasará de las musas al teatro cuando cada partido saque la exprimidora que lleva dentro. Pero si las cuentas finalmente se aprueban el Gobierno habrá dado un paso de gigante para garantizarse la legislatura completa y para poder afrontar un desatraque ordenado de su socio de Gobierno llegado el momento preelectoral oportuno o, al contrario, para resistir una ruptura por parte de UP.

Al margen de la oportunidad estratégica, son unas cuentas relevantes para afrontar la post pandemia. La ministra María Jesús Montero, que se ha trabajado cada apoyo palmo a palmo, sostiene que son unas cuentas “prudentes, justas e históricas” enfocadas a proteger a la clase trabajadora y a una clase media “empobrecida”. En el Gobierno ven este presupuesto como un antídoto contra las derechas, una posibilidad real en el horizonte que, sin duda, ha estimulado el apoyo de nacionalistas, independentistas y las distintas izquierdas.

El Ejecutivo se la va a jugar, sobre todo, en la gestión eficaz del maná europeo: van a pasar muchos años antes de que recibamos otros 140.000 millones de euros (26.355 millones en 2022) para un programa de recuperación.

Y el acento

Cobra protagonismo María Jesús Montero con el debate presupuestario y retornan las chanzas sobre su acento andaluz. Siempre proceden de los mismos ámbitos: conservadores, madrileños y con una pretendida superioridad moral cimentada en la exquisita pronunciación de las eses velarizadas, en un silabeo que parece un chotis y mucho ejques y mucho Madriz. Eso cuando no nos regalan una exhibición de habla pija, gangosa, desganada y perdonavidas.

Columnistas graciosos que le dan pan y circo a los suyos, políticos que ven una librería y les da urticaria y toda una caterva de ignorantes prejuiciosos con mala leche. Curiosamente, la mofa casi nunca llega de otras comunidades, exceptuando a algún indepe averiado –ese oxímoron– catalán. Y tampoco desde la izquierda, que al igual que la llamada periferia, son ámbitos mucho más sensibles en el entendimiento de la diversidad española, en los acentos y su riqueza.

Es un hecho, aunque no excluye a la inmensa mayoría conservadora, culta y civilizada. Nunca se escucha a alguien ridiculizando el recurrente laísmo madrileño. Y de hecho, no habría por qué: cada uno tenemos nuestras cosas. Pero da mucha pereza escuchar a los mismos tontos diciendo las mismas tonterías de siempre.

Sostenibles, sí o sí

El reto de la sostenibilidad es el más complejo que enfrenta hoy el planeta. Todas las decisiones afectan al clima, al futuro de la tierra, a la economía, a los desequilibrios entre zonas desarrolladas y a las regiones mas pobres, al consumo, al empleo y a la industria: una materia sensible y compleja de manejar.

Si China, la India y Brasil deciden no secundar las directrices globales casi podemos dar por hecho que no se conseguirán los objetivos. Los países en desarrollo han venido a reiterarle a las regiones más prósperas algo así como que ahora les toca a ellos desarrollarse y, por lo tanto, contaminar. Eso siempre que sigamos entendiendo el desarrollo como una actividad forzosamente contaminante. Con las tecnologías actuales y las estrategias de producción y comercialización hay que asumir que es así de momento.

España es uno de los países más sensibles al cambio climático. Parece apocalíptico pero es tristemente real: nuestro país asume riesgos de temperaturas más extremas, aumento de las sequías, subidas del nivel del mar, olas de calor con veranos tropicales e inviernos más duros.

Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, el 75% del suelo español está en proceso de desertización y los riesgos futuros se ciernen también sobre parte del territorio que hoy está a salvo. Andalucía –Trinidad Perdiguero publicaba el martes en este periódico que la falta de agua afecta ya a casi la mitad de los andaluces–, Extremadura, Castilla-La Mancha y casi todo el Levante tienen una enorme superficie en riesgo de degradación, lo que afectará a la actividad agropecuaria y amenazará a los ecosistemas más sensibles.

El nuevo éxodo desde las zonas rurales a las urbes provocará otros problemas como la sobrexplotación de los recursos naturales en las zonas colindantes a las ciudades. Y ojo, que entre las especies animales amenazadas está la humana. Un mal plan en el horizonte.

Parag Khanna, experto en geopolítica, defiende en su libro Move (Simon&Schuster) la hipótesis de que el cambio climático hará regresar a la humanidad a sus orígenes y se convertirá de nuevo en nómada simplemente para poder vivir. Hoy hay 75 países en el mundo con visados para nómadas. Y es una tendencia creciente entre millenials que trabajan conectados no tener residencia fija y desplazarse cada pocos meses de país en país.

Podría decirse que España lleva 20 años haciendo los deberes con el objetivo de descarbonizar casi integralmente la economía en 2050. Para ello hay una apuesta decidida por las renovables: la Ley de cambio climático y transición energética debe resolver buena parte de los retos en el contexto del llamado “paquete de invierno” que aprobó la UE en 2016. Éste es un asunto sin alternativas ni marcha atrás. Pero a la vez será necesaria una movilización masiva y eficaz de la concienciación ciudadana y darle certezas a los operadores económicos para que esta transición no provoque más problemas de los que soluciona.

Item más: uno de los mayores logros de la recién celebrada conferencia del clima en Glasgow es el compromiso de los 450 grandes bancos de 45 países –que integran la alianza financiera hacia las cero emisiones netas– de invertir 130 billones de dólares en la transición hacia la descarbonización del planeta.

En cualquier caso, estamos ante la clave de bóveda del futuro de la humanidad. Asusta, pero es así. Por eso resulta ridículo seguir escuchando argumentos simplistas, demagógicos y pueriles en boca de algunos líderes políticos y sociales. El mejor antídoto contra esta utilización espuria de una urgencia global es que los partidos pacten y unifiquen propuestas. Reduciría el ruido absurdo y convertiría este asunto en un asunto de todos.

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