A diferencia de la incertidumbre, el riesgo de que algo ocurra, o no, puede medirse estadísticamente mediante probabilidades. Invertir en acciones tiene riesgo, pero conocemos más o menos entre qué límites diarios se mueve una acción de una empresa grande que lleva años cotizando; la incertidumbre viene de sucesos impredecibles que cambian las reglas del riesgo, y una empresa puede verse afectada por un problema oculto -medioambiental, informático, o un escándalo grave- que salta de repente.

Deberíamos estar preparados para que los resultados de las elecciones no den la certidumbre esperada, porque ha habido cambios en las reglas del juego. El principal, sin duda, los estúpidos movimientos comerciales desde Estados Unidos, la no menos estúpida ruptura por parte del Reino Unido, la forma en que se plantea la relación de Cataluña con un estado del que forma parte, o la animadversión entre Corea y Japón, entre tantas estupideces. Los flujos medios de inversión en economías avanzadas eran un 25% del producto antes de la crisis, cayeron y se recuperaron hasta un 12%, y hoy están en un 4% o 5 %. Esta parálisis no hay ningún Gobierno nacional que pueda resolverla solo. Gobiernos muy fuertes se han visto impotentes ante las crisis económicas, hasta ahora paliadas por la acción tremenda de los bancos centrales; es más, las grandes crisis han tomado cuerpo con esos mismos gobiernos en el poder, y luego al intentar hacerles frente con prepotentes mayorías, han hecho una gestión desastrosa, económica, social, y política. Es indiscutible que tener un Gobierno es necesario para luchar en una situación difícil, pero no se explica todo por la llamada incertidumbre política; por ejemplo, que la demanda de crédito sea débil es natural en una economía como la nuestra, con un endeudamiento privado que llegó a ser el 200% del producto, y tiene aún que reducirse; igual ocurre con el ahorro, que no aumenta por la incertidumbre política, sino porque las rentas del capital han crecido al subir las bolsas, y por las plusvalías en renta fija al caer los tipos, y son clases que no tienen una propensión tan fuerte al consumo como las rentas bajas; por último, los tipos de interés permanentemente negativos crean incertidumbre general, ¿qué problema de fondo habrá -es la pregunta-, para que se mantengan así los tipos, y el banco central siga comprando deuda?

Es natural querer un Gobierno con una buena mayoría y aferrarse a ello, pero no deberíamos posponer decisiones sólo por la incertidumbre; Tim Harford El Economista Camuflado, dice que las dudas entre, por ejemplo, ampliar o emprender un negocio son razonables, pero que si el negocio depende de una concesión, una franquicia, una licencia, que se puede perder, la decisión hay que tomarla; en los años de crisis hubo oportunidades al caer muchísimo el alquiler de los locales, y algunos supieron aprovecharlo, con productos y servicios que podían surfear la ola depresiva. Hay pocos dichos tan terribles como "más vale malo conocido que bueno por conocer"; yo no lo comparto, pues aunque el temor a lo desconocido es inherente al ser humano, a veces son peores las consecuencias que pueden derivarse de algunas certidumbres.

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