Vámonos a hacer pascuas
Cuando las calles dejaron de ser silenciosas
El ejemplo de la dignidad, los valores y la valentía de Miguel Ángel de no doblegarse jamás ante los terroristas constituye un símbolo
Cualquiera que viviera aquellas angustiosas horas que transcurrieron entre el 10 y el 13 de julio de hace ya veinte años aún tiene momentos grabados nítidamente en su memoria y recuerda perfectamente dónde estaba y qué hacía cuando conoció la terrible noticia. Y, del mismo modo, rememorará cómo toda España se movilizó como jamás antes se había visto para gritar alto y claro que no tenía miedo al terrorismo y que derrotaría a ETA.
Entonces era director general de Relaciones con la Administración de Justicia, con Margarita Mariscal de Gante como ministra, y de aquellos días en los que las calles dejaron de ser silenciosas recuerdo las vivencias en la manifestación con mi hija Beatriz, que aunque era pequeña y no alcanzaba a entender bien algunos detalles, sí estaba tan impresionada como los demás porque todo el país se uniera como una sola persona para gritar "basta ya".
Y también me viene a la cabeza que en esas manifestaciones había mucha rabia y dolor, pero también la esperanza de quien sabe que la razón y la libertad siempre acaban ganando al odio y al terror. Y me acuerdo de agentes de la Ertzaintza descubriendo su rostro y recibiendo el abrazo de quienes sí se sentían representados por ellos y no por los que segaron la vida de uno de sus vecinos. Y recuerdo sobre todo la entereza de la familia y la voz, dulce pero firme, de Mari Mar rebelándose ante la crueldad de que un ser humano tuviera sólo un futuro de 48 horas.
Sin lugar a dudas, el ejemplo de la dignidad, los valores y la valentía de Miguel Ángel Blanco de llamar a las cosas por su nombre y no doblegarse jamás ante los terroristas constituye un símbolo, como ya lo son las manos blancas que se alzaban al cielo entre lágrimas. Y como lo es la respuesta espontánea, sincera y democrática de toda la sociedad en aquellos días. Y ni podemos ni queremos defraudar el ejemplo que nos dieron los españoles y las víctimas del terrorismo. Porque ese legado de Miguel Ángel y esa unidad hacen posible derrotar cualquier amenaza sobre nuestra libertad.
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