Eduardo Florido

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En defensa de Djokovic, ni a favor ni en contra

Con Nole en el foco, se han quedado fuera del Open (Closed) tenistas femeninas como daños colaterales del debate

Cuando estas líneas estén en los quioscos, el juez Anthony Kelly ya habrá resuelto, posiblemente, sobre la deportación de Novak Djokovic y su participación en el Abierto de Australia. Y este artículo tendrá el mismo sentido que el ataque de romanticismo de Rhett Butler cuando se unió a las tropas confederadas, vencidas y en retirada, en Lo que el viento se llevó. "Siempre he sentido debilidad por las causas perdidas cuando realmente lo están", se justificó ante la pragmática Escarlata O'Hara.

Investido en el Espartaco del mundo actual contra el pensamiento único por su racial padre, Djokovic nunca respondió, fuera de Serbia, a la imagen del héroe perfecto. Pero es que esta imagen sólo responde a un imaginario colectivo que necesita una constante autocomplacencia buenista para confirmar sus normas morales. Todos preferirán en España a Rafa Nadal, salvo cuando responde a cuestiones políticas en una dirección contraria a los principios de uno, claro...

Nole seguirá en el foco del debate entre los unionistasprovacunas y los rebeldesantivacunas, cuando él no se ha manifestado ni a favor ni en contra. ¿Que debe dar ejemplo? Bueno, no es obligatorio. Como John Ford en la caza de brujas de McCarthy, el número uno del mundo podría decir: "Me llamo Novak Djokovic y juego al tenis". En todo caso, pensará que por defender su libertad de conciencia no tiene por qué estar cuatro días arrestado en un hotel, habiendo sido invitado por el Open, con un permiso expedido por el estado de Victoria, y validado por el gobierno federal, antes de que la opinión pública pidiera la cabeza del villano.

Mientras, a la checa Renata Voracova, en Australia desde diciembre, le fue retirada su exención y la visa en pleno revuelo: recogió velas y se fue. Y la rusa Natalia Vikhlyantseva no pudo entrar con su ilegal vacuna Sputnik. Claro que ellas no son números uno ni heroínas para ser usadas como armas arrojadizas por unos y otros -imposible no acordarse del jarrón de porcelana lanzado por Escarlata contra la chimenea en Los doce robles, "¿ya ha empezado la guerra?"-. Eso que salen ganando.

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