La guerra que Ayuso y Almeida no desean

Tablero de ajedrez. Las espadas están en lo alto: Casado no renuncia a imponer su criterio, Ayuso insiste en dirigir el PP madrileño y Almeida está en medio de una indeseada batalla

Almeida, Ayuso y Casado.
Almeida, Ayuso y Casado. / Javier Lizón / Efe

14 de noviembre 2021 - 06:00

Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida se encuentran en el centro del debate político, en una guerra interna del PP que ninguno de los dos ha promovido y mucho menos deseado. Supuestamente –es la opinión de Pablo Casado y Teodoro García Egea– esa batalla la inició la líder madrileña cuando anunció su intención de presentar su candidatura a la presidencia del PP regional, tras casi tres años de gestora con Pío García Escudero al mando y la senadora Ana Camins.

En Génova la reacción fue inmediata y contraria a las intenciones de Ayuso, que desde el primer momento expresó su sorpresa por cómo se había recibido su anuncio en la cúpula del partido, ya que los barones del PP son presidentes regionales del partido.

Almeida no mencionó nunca que aspirara a ese cargo, pero se vio envuelto en el enredo a finales de verano, en un desayuno informativo de Casado al que asistían la presidenta y el alcalde; cuando se le preguntó al presidente del PPsi apoyaba la propuesta de Ayuso respondió: "Tenemos dos militantes muy cualificados que van a tener mucho peso en esa decisión". Contaba un colaborador de Almeida ese día que al alcalde "se le ha puesto cara de tierra, trágame".

Desde entonces, mientras Ayuso mantiene su posición y defiende su derecho a ser presidenta regional, Almeida no ha anunciado su candidatura. Cuando se le insiste, repite que aboga por la unidad del partido, reitera su lealtad al PP y a Casado, recuerda su firma amistad con Ayuso desde hace años y, todo lo más, dice que cree que ante la polémica podría considerarse una tercera vía. Todos interpretan que podría ser Camins, actual secretaria general del PP madrileño.

En esta guerra no declarada, en la que Almeida se ha vuelto involuntaria e indeseadamente envuelto, y en la que tanto Ayuso como Casado no retroceden ni un milímetro, tienen un papel clave García Egea y el jefe de gabinete de la presidenta madrileña, Miguel Ángel Rodríguez. Se detestan abiertamente en lo político, y la relación está envenenada desde hace mucho, prácticamente desde que Ayuso se convirtió en presidenta gracias al pacto alcanzado entre el PP, Vox y Cs.

Casado, no Egea

Cuando convocó el adelanto electoral para el 4 de mayo para evitar que la moción de censura en Murcia de PSOE y Cs se repitiera en Madrid y se la llevara a ella por delante, desde Génova se intentó controlar la campaña de la presidenta, que ella impidió nombrando jefe de campaña a Alfonso Serrano, no sólo por ser de su absoluta confianza, también porque conoce como pocos el PP y además mantenía unas excelentes relaciones con Casado y Egea. Sin embargo, a lo largo de la campaña las tensiones entre Egea y Rodríguez fueron tan fuertes que éste no estuvo en Génova en la noche electoral, sino en su casa, en contacto telefónico con Ayuso y celebrando el triunfo con la mayoría de los colaboradores de la presidenta.

La tensión entre Ayuso y Egea ha ido creciendo y hoy su relación es muy difícil. Pero, quienes conocen bien el PP aseguran que Egea se limita a seguir las instrucciones de Casado y que, en contra de lo que se cree, es el presidente nacional el que marca todo lo relacionado con el congreso madrileño. El que insiste en retrasarlo lo más posible en contra del criterio de Ayuso, el que no quiere que ella sea la presidenta regional y el que más defiende la vía de Camins. También es suya la idea de que Ayuso sea presidenta del Gobierno regional y que Almeida sea presidente del partido pero sin demasiadas responsabilidades para dedicarse a la Alcaldía... y con Camins como secretaria general regional.

Esta guerra que no tiene trazas de acabarse porque Casado y Egea no quieren aceptar la presidencia de Ayuso está provocando un deterioro de la imagen del PP que recogen algunos sondeos. Los barones han pedido a Casado que abandone su actitud de bloqueo a Ayuso, que ve su figura potenciada en esta pelea, pues a la popularidad que tenía en Madrid se suma que la ven como una luchadora que se resiste a ser desbancada sin motivo por Casado y Egea. Ella repite que es leal a la dirección nacional y amiga de Casado, pero se le nota que cree que es lo que debe decir. No es ningún secreto que su relación personal con Casado se ha deteriorado aunque en El Hormiguero, donde desplegó todas sus dotes de política y su defensa a ultranza de la vida madrileña, se le notaba más cómoda respondiendo a las preguntas que no indagaban sobre su relación con el presidente.

Sortear el golpe

Respecto a Almeida, quiere mantener su equidistancia. Aparentemente su relación con Ayuso no está dañada, pero los personajes públicos nunca reconocen los problemas con los compañeros a no ser que consideren que es bueno que se conozcan. Ha tomado decisiones que se han visto como un intento de reforzar su equipo de cara a la lucha por la presidencia regional.

Esta semana ha fichado a un nuevo jefe de prensa, Daniel Bardavío, profesional muy conocido entre los periodistas madrileños, ex jefe de prensa de Albert Rivera y de Luis Garicano. Se le considera un hombre de Cs, pero su trayectoria es más completa: trabajó con el socialista Javier Rojo cuando era presidente del Senado y en el gabinete de comunicación del grupo parlamentario del PP en el Congreso. Lo que sí es cierto es que su candidatura a jefe de prensa de Almeida lo promovió Fran Hervías, ex secretario de Organización de Cs, hoy con despacho en Génova.

Otro fichaje importante del alcalde fue la politóloga Pilar Rodríguez Losantos, con fama de mujer muy brillante, que acumula éxitos entre sus clientes políticos –del PP y de Cs– y convertida en persona de la máxima confianza de Almeida. Algunos la llaman la Iván Redondo del alcalde. En el Ayuntamiento la consideran la persona más influyente, pero creen que su papel incidirá, más que en ganar la presidencia regional del PP para Ayuso, en conseguir que Almeida consiga un resultado tan importante en las autonómicas de 2023 que tenga asegurada la alcaldía.

Las espadas están en alto. Casado no renuncia a imponer su criterio, Ayuso insiste en su derecho de ser candidata a la dirección regional... y Almeida se encuentra en medio de una indeseada batalla mientras contempla cómo se empieza a cuestionar que en los últimos tiempos dedica menos atención a la gestión de Madrid. Algo sobre lo que tendrían que reflexionar quienes provocaron esta batalla.

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