La ventana
Luis Carlos Peris
A ver qué nos espera
Treintaiocho ediciones ya de lo que se denomina Ciclo de promoción de nuevos valores de la torería como definición rimbombante de una feliz idea. Dieciocho chavales en la parrilla de salida en pos de la pedrea de llegar a la final para luego optar al premio gordo. Dieciocho ilusiones y un solo destino, el de hacerse con el vestido de torear que la Maestranza le regala al que llegue primero a esa meta soñada de ser el triunfador del ciclo de la oportunidad. Nueva oportunidad para dieciocho llamados que luego se quedará en tres elegidos para un solo premio. La iniciativa de la empresa que rige los destinos de la plaza de toros debería copiarse por otras empresas para que la savia nueva que necesita el toreo no se seque. No puede ser que haya una inmensa mayoría de plazas donde ni hay novilladas ni se espera que las haya en todo el año. Esto confirma que en este mundo tan vulnerable como es el toreo, el enemigo vive dentro y que ni antitaurinos ni gaitas, las piedras se tiran en tejado propio y punto, no se hable más.
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