Qué mina sólo con cambiar el dorsal

01 de agosto 2025 - 03:08

Consumismo a la enésima potencia que tiene uno de sus picos en la fiebre de la camiseta. Ya los niños y muchísimos varones van a la playa o al estadio con la camiseta que lleva al dorso el número y el nombre de su futbolista preferido. Y los clubes, que andan en la intentona suprema de salir de ese estado de a la cuarta pregunta en que se encuentran, han visto en eso una especie de maná.

Un maná que se multiplica reiterativamente con un solo movimiento, cambiar el dorsal del ídolo. Un movimiento tan simple es como cantar bingo cada diez minutos. Y así juegan con esa adoración al becerro de oro que hoy es el que despierta un Lamine o un Mbappé. ¿Cuántas camisetas se habrían vendido del niño prodigio o del francés hasta ayer? Innumerables, pero es cuestión de volver a ordeñar la vaca para multiplicar los réditos hasta cotas indecentes.

La jugada consiste en darle al ídolo otro dorsal, preferentemente ese que sea de su gusto. Y nada mejor que el dorsal 10, que siempre fue lucido por la estrella. Estamos ante el 10 de Maradona, de Messi, de Platini, de Luis Suárez o del mismísimo Julio Cardeñosa. Y claro, el niño o adulto que ve cómo el 9 de Mbappé o el 17 de Lamine quedaron obsoleto, pues otra visita a la tienda del club para aggiornarse. Y, claro, las ganancias vuelven a reactivarse para romper en unos pingües beneficios con el que ir solventando esos obstáculos que, para más inri, originan lo que ganan los portadores de esas camisetas.

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