La ventana
Luis Carlos Peris
La Ruta de los Belenes
Oyendo, escuchando, la malísima nueva de ahogados en sólo cuatro días, los primeros de agosto, se nos vienen a la memoria aquellos veranos en que el río era una de las primeras, o la primera, causa de mortandad en el estío. El río y la Recta de Los Palacios con la irrupción de aquellas Ducati, Montesa o Rieju que hacían furor entre los jóvenes. Tantos ahogados en nuestras playas nos traen a la memoria escenas tan dramáticas como la del grupito de amigos llevándole la ropa a los padres del que había sido engullido en su intento de cruzar a la otra orilla en la Barqueta o junto al Puente de Tablas. Si ahora han sido las resacas marinas, entonces eran los terribles remolinos de un río vivo que se convertían en trampa mortal. A falta de playa, río con sus celadas y sus corrientes, tan fuertes. El verano y sus peligros con las motos y el río protagonizando escenas que ni recordar queremos, que aquel verano sangriento que cantó Hemingway era, a su lado, una insignificancia, una anécdota sin más... ni menos.
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