Análisis

Manuel Campo Vidal

La política española baila el 'Aserejé'

La incomunicación va del Congreso al Senado pasando por las cámaras autonómicas

26 de febrero 2018 - 02:32

Perdimos al genial Forges, espíritu crítico vía humor desde la Transición. Con su talento creativo inagotable, Antonio Fraguas o Forges (traducción de su apellido al catalán por el origen de su madre), igual hablaba de políticos que de sus cuñados, por su sensibilidad ante la vida cotidiana. "Dígame un chiste que recuerde", preguntan incesantemente estos días. Uno o mil. Pero el mejor quizás sea aquel, en plena Guerra del Golfo, en el que dibujaba a Sadam Husein con una flecha sobre su cabeza en la que se leía Eje del mal; a su lado George Bush con otra que rezaba Eje del bien y, por último, a Aznar con la flecha indicando Aserejé.

Así está la política española, bailando la danza-invento de Las Ketchup que popularizaron por todo el mundo. Política insustancial, verbenera y estéril. Se diría que algunos de los debates que se escuchan en las cámaras parlamentarias, o en el interminable folletín catalán, suenan tan explícitos como la letra de aquella canción: "Aserejé, ja de je, de jebe tu dejebere, selbiunova majavi, an de bugui an de guidipi". Así de claro hablan sus señorías. Imposible acordar nada con ese lenguaje, lo que expresa su nula voluntad de buscar consensos.

Lo más grave es que esa incomunicación se extiende desde el Congreso al Senado pasando por cualquier Cámara autonómica. Cierto que el Parlament lleva seis meses paralizado y no hay forma de que se reúna porque no logran que Puigdemont baje del monte; pero, miren, sin que Cristina Cifuentes, presidenta de Madrid, se haya fugado a las Azores, tampoco en su Asamblea se acuerda nada. Madrid nunca tuvo una ley de universidades; ha costado dos años que entrara un proyecto de ley de 102 artículos y ha cosechado una enmienda a la totalidad de Podemos y más de 500 enmiendas del PSOE. Lo llamativo es que el grupo socialista lo preside Ángel Gabilondo, acaso el mejor ministro de Educación de los últimos años, el que ya tenía una ley de Educación consensuada incluso con los populares hasta que los llamaron desde Génova y les prohibieron firmar, no fuera que el PSOE capitalizara el éxito. Una gran oportunidad perdida para el país. Bueno, pues ahora al revés, como se apreció en el acto de Sociedad Civil por el Debate: populares proponiendo y socialistas torpedeando. Presentar cinco enmiendas por artículo de promedio quedará como ejemplo de filibusterismo parlamentario. Lástima que Forges se nos haya ido porque si pilla ésta los estigmatiza de por vida.

Para ser exactos, lo único en lo que los parlamentarios se dejan entender sin usar lenguaje aserejé es en las agresiones. Atentos al rifirrafe PP-C's a cuenta de la corrupción. Hablábamos de guerra fría hace unas semanas pero ya se disparan misiles verbales. Y tiran a dar. Es admirable la sangre fría de Rajoy, que confía en que en breve tendremos Presupuestos del Estado mientras sus coroneles de Génova apuntan a Inés Arrimadas, aunque salvó la cara del constitucionalismo en Cataluña, y pronto contra Villegas por la financiación de Ciudadanos.

Mientras, en el independentismo pasan cosas: en ERC están ya hartos de Puigdemont y celebran las encuestas que anuncian que, si se vuelve a las urnas, la formación del ex president se verá superada por la de Oriol Junqueras. Al tiempo, ese sondeo establece que crecen los que quieren mantener la autonomía de Cataluña tal y como estaba antes de que se provocara su intervención estatal, vía 155. Cataluña ha ido a peor en autogobierno, prestigio y situación económica. Ya perdió la Agencia Europea del Medicamento que huía de Londres por el Brexit y ahora se juega el Mobile World Congress. El Rey acude al rescate, pero Roger Torrent ni Ada Colau estarán en su recepción. Los daños a la marca Barcelona son evidentes, pero a ellos eso no les conmueve. Otros partidarios del aserejé. Muy triste.

stats