OCIO Tres planes en Sevilla para el fin de semana

Análisis

José León-Castro Alonso

Catedrático de Derecho Civil y ex hermano mayor del Gran Poder

En recuerdo del cardenal Carlos Amigo

José León-Castro con el cardenal Amigo.

José León-Castro con el cardenal Amigo. / D. S.

Ayer, curiosamente festividad de la Virgen de Montserrat, fallecía en Guadalajara quien para la Iglesia fuera Su Eminencia Reverendísima cardenal arzobispo emérito de Sevilla Carlos Amigo Vallejo y un modelo, una guía, un amigo para los que, con respeto y por cariño, siempre le llamamos fray Carlos. Oí en cierta ocasión a hermanos de una hermandad criticar la superficialidad y el histrionismo de que había adolecido la homilía, argumento que se repetía con frecuencia siempre que el predicador no mencionara al menos diez o doce veces a sus titulares. ¡Hondos y humildes que son! Desde luego que no era así. De fray Carlos, sólo destacaré algunos aspectos.

Se ha dicho que fue avanzado y entiendo, sin embargo, que fue simplemente un ciudadano de su tiempo, al que supo acoplarse, calibrar y responder, nunca relegado a las sacristías, libre en un país que aún aprendía a serlo y siempre actual en una sociedad partidista y sectaria. Él, eso sí es indiscutible, hacía gala de una inmensa cultura, lo que también fue tachado de elitista por una masa vulgar y secuestrada. A menudo repetía que se necesitaban verdaderos líderes que ayudaran a salir del diletantismo, de tanto tópico, porque si ellos no hablaban el mundo sería dominado por los gritos estridentes del más chillón o el más poderoso.

En él aprecié también un pragmatismo profundo hasta las raíces de lo justo y en los límites de la magnanimidad, por eso sostenía que el perdón no era claudicación, sino la apoteosis de la justicia. Cuando la Hermandad del Gran Poder se propuso actualizar la encomiable y cincuentenaria labor asistencial de su Bolsa de Caridad, nos sugirió la conveniencia de actuar no sobre las necesidades sino sobre los diversos aspectos que las generan. Así surgió el Centro Integral de Empleo Jesús del Gran Poder, perfilando el proyecto como una acción transformadora, permisiva de una mejor racionalización de los recursos, de un mayor conocimiento del mercado de trabajo y propiciando una labor de orientación, e inserción de colectivos con especiales dificultades para el acceso al empleo y con personas en riesgo de exclusión social. Al mismo tiempo, ello permitía a los hermanos y hermanas del Gran Poder lucrarse mediante una labor de voluntariado que les conferiría una superior trascendencia apostólica. En suma, poner la Hermandad al servicio de esos mil rostros, para así culminar su auténtico sentido evangélico. Hoy quizás todo haya cambiado demasiado y demasiado aprisa.

Ha sido, por último, un hombre de una firmeza y bondad no siempre entendidas. Sin rival en los cara a cara, no hacía falta arrodillarse ante él y siempre que te recibía te invitaba de inmediato a tomar asiento siquiera por cinco o diez minutos. En su última intervención en la Basílica de la Macarena, recuerdo que se dirigió al alcalde, al que felicitó, sí, pero por tener una ciudad en la que todos cabemos y todos podemos vivir en paz sin renunciar nadie nunca a sus más hondas convicciones. Al más puro estilo franciscano, suaviter in modo, fortiter in re.

Sólo me resta enviar desde aquí un fortísimo abrazo al hermano Pablo Noguera, quien tan desde cerca y tan lealmente lo sirvió y gozó, y encomendar al Señor del Gran Poder y a la Virgen de Montserrat que lo tengan en su Gloria como yo lo tendré ya siempre en mi recuerdo.

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