Juan Antonio Solís

Qué sano era todo

Sueños esféricos

Nos vestíamos de 'Jugador número 12' y éramos superhéroes: España era invencible

15 de octubre 2018 - 02:33

En el fútbol español de los años ochenta, la clientela habitual de las gradas no era ni mucho menos como la actual. Hoy da gusto ver que las jóvenes asisten a los estadios casi en la misma proporción que los chicos de su edad. Reconforta ver que ellas se han subido a esa pasional montaña rusa con la misma entrega a unos colores al tiempo que regatean complejos para patear una pelota.

Pero unas tres décadas atrás, el fútbol aún olía demasiado a testosterona. A puro habano. En esas gradas de botas de vino compartidas y grupos de militares sin graduación las mujeres eran abrumadora minoría en el Ramón Sánchez-Pizjuán y el Benito Villamarín.

No obstante, todo cambiaba cuando regresaba la selección española y béticos y sevillistas nos vestíamos de Jugador número 12. Ahí, las chicas se apuntaban a la fiesta de ir al estadio a apoyar a la selección. Y lo pasábamos de miedo. También era aquella una ocasión inmejorable para sacudirse la timidez e irse conociendo...

Pintarnos la cara con ceras rojas y amarillas nos hacía sentir durante unas horas como pequeños superhéroes de andar por casa: todas las selecciones que asomaban por Sevilla acababan calcinadas en la festiva pero ardiente pira. Nos sentíamos invencibles. El paisaje era bien distinto al de un domingo de Liga, y también la energía que manaba de la grada hacia la hierba lo era. Abundaba la chavalería y los cánticos le ganaban esta vez el pulso a los añejos exabruptos. Pero no por cándida esa energía era menos eficaz. Impulsaba a una selección, la española, que ni mucho menos era favorita a conquistar Mundiales o Eurocopas, como ha sucedido últimamente. A aquel equipo que Miguel Muñoz empadronó en Sevilla no le sobraban los cracks. Tenía uno de época, Gordillo, ídolo esas noches de béticos... y sevillistas.

Ese fútbol que se nos fue se volverá a hacer carne hoy en Heliópolis. Qué sano era todo.

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