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El antiguo noviciado de los Jesuitas en la iglesia de San Luis de los Franceses.

El antiguo noviciado de los Jesuitas en la iglesia de San Luis de los Franceses. / D. S.

EL Noviciado de San Luis es el edificio blanco que se extiende a la derecha de la iglesia del mismo nombre y que tiene también una extensa fachada a la calle Divina Pastora y a la plaza Jose Luis Vila. Es un edificio desconocido para la mayoría de sevillanos a pesar que durante muchos años fue Centro Andaluz de Teatro.Es un conjunto arquitectónico impresionante, con altas galerías abovedadas y varios patios, todos muy distintos. Se reconocen todavía el refectorio, la gran cocina y otras dependencias jesuíticas. Se conservan yeserías y otros restos del palacio mudéjar anterior.

Los jesuitas, orden fundada por Ignacio de Loyola en 1540, evolucionaron hasta convertirse en una potencia religiosa, un Estado con sus propias leyes dentro de la monarquía española. Con una organización militar, de ahí el nombre de Compañía, hasta su expulsión en el año 1767, acumularon un enorme poder eclesiástico y civil que les granjeó todo tipo de enemigos.

En Sevilla, tuvieron cinco grandes casas. Desde la primera fundación, de la casa Profesa, en 1563, necesitaban un centro de formación de jesuitas para ampliar la orden y enviar a sus discípulos a las Indias, en las flotas que partían periódicamente de Sevilla. En cuanto al emplazamiento, se consideró un palacio en la Calle Real, hoy San Luis, antigua propiedad de don Fernando Afán Enríquez de Ribera y Téllez-Girón, III duque de Alcalá de los Gazules, entre las parroquias de San Marcos y Santa Marina, que se había quedado deshabitado hacía más de un siglo, cuando la familia se trasladó a la Casa de Pilatos.

La primera iglesia fue el salón principal del palacio, una qubba mudéjar, que es el origen de la actual Capilla Doméstica, la capilla privada de los jesuitas. Las obras de adaptación del viejo edificio se realizaron por José Torrecilla, y en 1610 el Noviciado ya estaba a pleno rendimiento con 50 novicios que entraban a los 14 años. Posteriormente, entre 1699 y 1730, el gran arquitecto Leonardo de Figueroa construyó la iglesia pública de San Luis de los Franceses, y creó las bóvedas de la capilla, con un programa iconográfico marcado por los jesuitas y contando con los mejores artistas del momento.

El edificio se mantuvo en uso, con su función original, hasta la expulsión de la orden por Carlos III, en el año 1767. Después de una larga etapa de abandono y ocupación por los franciscanos de san Diego, el noviciado de San Luis se convirtió en hospicio provincial dependiente de la Diputación, ampliado con la incorporación del antiguo Hospital de los Inocentes. En 1847, el hospicio empezó a ser gestionado por las Hijas de la Caridad.

En 1919 las escuelas de primeras letras, parte del conjunto jesuítico y primera escuela pública de Sevilla, fueron entregadas para su funcionamiento a los Hermanos de la Salle, todavía en funcionamiento.Durante la II República el hospicio se denominó Residencia-Escuelas de San Luis, con dos grupos de escolares de enseñanza primaria, un colegio mixto de sordomudos, la escuela provincial de artes gráficas y la escuela Nuestra Señora de los Reyes de formación profesional, además de una residencia de ancianos. Gracias a su admirable actividad docente y social, se libraría de la destrucción de templos vecinos durante la guerra civil.

En los años ochenta del pasado siglo se paralizó, por la Comisión de Patrimonio de Sevilla, la iniciativa de la Diputación de derribar el antiguo Noviciado jesuítico con el fin de construir pisos para los funcionarios de la casa. Poco después, y con una Junta de Andalucía en plenitud de poderes y gracias a los desvelos de Chus Cantero, entonces director general de Teatro, se nos encarga a mi añorado compañero Félix Pozo y a mí la restauración de lo que había quedado del Noviciado tras el intento de derribo, con el fin de su adaptación para Centro Andaluz de Teatro (CAT) que hasta entonces había operado, en precario, en el Cortijo del Cuarto. Fue una de las primeras obras de rehabilitación en Sevilla íntegramente financiada por la Junta de Andalucía, que consiguió, según palabras del actor y director Adolfo Marsillach, “el mejor instituto de teatro de Europa”. Allí se formaron numerosos actores y directores que son actualmente fundamentales en el panorama audiovisual español.

Sin embargo, la propia Junta de Andalucía, que fue quien lo creó, lo cerró a principios de los años 2000, haciendo real la frase “la maté porque era mía”, una decisión absurda que desmanteló lo que tantos años había costado crear. Lo más importante de esta decisión es que no tenía fundamento alguno, sólo rencores entre políticos y envidias por su éxito. En palabras de Emilio Hernández, que fue director del centro público de 1997 a 2004, “es increíble lo que llegó a ser el CAT. Hicimos giras desde las Alpujarras a Suecia. Tenía reconocimiento en toda Europa, un prestigio de la marca Andalucía. Era un logro haber conseguido ese teatro público, justo lo que ahora es normal en otros países. ¡Y se ha hecho desaparecer esto!”.

Una vez cerrado el CAT, el edificio se ocupó con un totum revolutum de distintas actividades, que maltrató el proyecto original, añadiendo entreplantas y derribando algunas zonas: el Centro Andaluz de Danza, el Centro de Estudios Escénicos de Andalucía, el Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía o el Programa de Formación de Jóvenes Instrumentistas, Orquesta Joven de Andalucía y la Orquesta Barenboim.Tras la salida de estas actividades y su recuperación por la Diputación, el edificio sigue cerrado después de largos años. Es cierto que el órgano provincial ha restaurado la iglesia de san Luis y la Capilla Doméstica, con dinero propio y ayuda de los fondos del 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento, adaptando algunos espacios del Noviciado para la visita cultural a la iglesia y capilla que ha sido un éxito rotundo.

Pero el edificio sigue sin uso. Con aulas, servicios de todo tipo y una gran sala de experimentación teatral que podría destinarse a plató de cine, el edificio ofrece grandes posibilidades. Por ejemplo, la Diputación tiene una gran colección de obras artísticas, procedentes de la Desamortización del siglo XIX, que hoy se encuentran almacenadas y sin poderse contemplar. Los pueblos de la provincia de Sevilla podrían aportar materiales, exposiciones y otros actos culturales, musicales o literarios.

Los edificios que no se usan se deterioran más rápidamente, porque falta el mantenimiento. Un gran edificio, con un pasado glorioso y restos mudéjares del palacio del Duque de Alcalá, es un recurso ciudadano importantísimo que fue recuperado con fondos públicos. No es de recibo que la Diputación de Sevilla lo mantenga cerrado y sin perspectivas de futuro.

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