Rafael / Salgueiro

Acotaciones sobre universidad, tecnología y emprendimiento

La escasez de fondos públicos fuerza a los centros tecnológicos a aprovechar sinergias y a la Universidad a fomentar la transferencia tecnológica y a estimular la creación de empresas

12 de mayo 2013 - 01:00

TENEMOS treinta años de experiencia en políticas autonómicas de fomento de la investigación y de la tecnología y, desde hace menos tiempo, de la innovación. Quizá haya llegado el momento de hacer una evaluación imparcial de la trayectoria, de los instrumentos desplegados y de los resultados que se han ido logrando dentro de cada uno de los sucesivos paradigmas que han dado soporte a dichas políticas. Entre estos paradigmas se encontraban el modelo lineal y unidireccional de la innovación, felizmente superado hace tiempo, en el que se la creía impulsada por la generación de conocimiento científico, su traducción en tecnología y su puesta a disposición de las empresas para su integración en nuevos procesos o productos. La realidad no es lineal ni mucho menos unidireccional, pero dicho modelo sustentó los famosos sistemas ciencia-tecnología-industria (SCTI) de finales del siglo pasado que darían lugar a las interfaces en forma de centros tecnológicos, colaboradores de la industria o perfeccionadores de una tecnología, y de oficinas de transferencia de resultados de investigación (OTRI). Los centros tecnológicos, hoy disponemos de 22 en Andalucía, han tenido una doble naturaleza, bien los orientados hacia un subsector económico determinado o bien los enfocados hacia un campo tecnológico concreto; si bien existe alguno con una vocación algo más diversificada. El ámbito a valorar en ellos es la contribución efectiva a la mejora del nivel tecnológico de las empresas del sector al que se orientan, o el avance efectivo que han originado en su ámbito tecnológico, con especial atención a los resultados comercializables que hayan producido. Por su parte, las OTRI eran bastante ingenuas en sus primeros años de andadura, pero hoy día se percibe la madurez en su funcionamiento. Cito el caso de la Universidad de Sevilla porque es la única de la que tengo conocimiento fundado, aunque no dudo que otras habrán alcanzado una eficacia similar. Su valoración debería estar relacionada con la difusión efectiva de las invenciones o mejoras técnicas producidas en su Universidad, en el servicio a la protección de la propiedad intelectual, en el estímulo al emprendimiento, en el servicio relacional bidireccional entre la demanda empresarial de I+D y las capacidades disponibles en su Universidad o, incluso, en el servicio relacional entre las spin off universitarias y sus posibles mercados. Una spin off, o empresa egresada de la Universidad, es, a fin de cuentas, un resultado de investigación.

Entre los paradigmas aludidos se incluyen los "medios de innovación" que tanto interés suscitaron en los años 90, vistos los notables resultados tecnológico-empresariales que se producían en algunos espacios singulares donde interactuaban las capacidades científicas y las empresas de alto nivel tecnológico, y a las que se han sumado ahora las financiadoras a riesgo. De ese paradigma surgieron muy a principios de la década Cartuja 93 y el Parque Tecnológico de Andalucía, casi simultáneos pero con orígenes, bases y orientaciones muy diferentes. Hoy, por mor de la equidad territorial (cuya contraparte suele ser la ineficiencia en el gasto) disponemos de 11 en el territorio, algunos con una clara especialización sectorial, otros diversificados pero suficientemente ocupados y otros de los que seguimos esperando su eclosión. No estará de más valorar sus resultados para ver en qué medida ha sido efectiva la política de replicarlos en el territorio y para saber si estamos llamando parque tecnológico a un mero parque empresarial.

Por otra parte, casi hasta ahora mismo no hemos comenzado a aprovechar las sinergias potenciales que existen entre grupos de investigación o centros tecnológicos de las diferentes provincias. Y en mi experiencia personal, a veces ni siquiera las que existen entre científicos o tecnólogos de una provincia y las empresas de otra. Sin embargo, creo que las cosas pueden estar cambiando con iniciativas como Andalucía Tech, un campus de excelencia internacional promovido por la Universidades de Málaga y Sevilla. También motivará el cambio la propia escasez de financiación pública permanente para los centros tecnológicos, lo que les obligará a enfocarse en actividades rentables, bien porque sean útiles para sus clientes empresariales o bien porque logran financiación extrarregional en una competencia intensa con otros solicitantes.

Y, además, se están produciendo dos cambios casi disruptivos en el entorno universitario. Por una parte, no sin disparidades, se está valorando en la carrera universitaria la transferencia de tecnología (de todo tipo) a las empresas mediante servicios contratados por éstas y se estimula la creación de empresas egresadas de la Universidad. La escasez de fondos públicos para investigación y el propio reto personal lo motivan, y la última reforma de la LOU lo permite. Y, poco a poco, se va considerando incluso entre las Facultades más reacias que "coser para la calle" no es indigno de un científico universitario español. En mi opinión estas empresas son un medio eficacísimo de transferencia tecnológica y un excelente canal para atraer demanda de investigación y vehicularla hacia la Universidad.

El otro cambio es que los jóvenes estudiantes universitarios ya saben que no se van a colocar en la Administración, que incluso los más brillantes y vocacionales tienen muy pocas posibilidades de realizar un carrera académica, que no hay grandes sectores o empresas demandantes de empleados y que son escasas las medianas que ahora pueden contratar. El título profesional habilitante no es suficiente por sí solo y, aunque sea por necesidad, serán su iniciativa y su capacidad de emprendimiento lo que les permitirá desarrollarse, aquí o en Lima. Por eso son tan valiosas las políticas de estímulo y de dotación de capacidades que han desplegado algunas Universidades andaluzas y no sería difícil de establecer una mejor sincronización entre las iniciativas o proyectos de universitarios y las líneas de financiación públicas y privadas que existen para este fin. Pero para que sean efectivas hay que huir, más que nunca del todos por igual, mis emprendedores.

Y es que el todos por igual ha sido, quizá, el principal limitante de los resultados de las políticas públicas de fomento científico-tecnológico y de buena parte de las políticas de fomento empresarial en general. En mi opinión es necesario, incluso imprescindible, que las políticas dotacionales y de soporte económico se transformen en políticas orientadas a resultados. Esto va a suponer, claro está, una concentración del esfuerzo público y un enfoque muy selectivo en cuanto a la distribución territorial, ámbitos tecnológicos preferentes, grupos de investigación y empresas financiables e, incluso, desaparición de algunas instituciones de las mencionadas más arriba. No sólo la eficiencia en el gasto podría aconsejarlo, sino que en las circunstancias de los próximos años la escasez de fondos públicos hará inevitable que las asignaciones se realicen bajo criterios cada vez más estrictos. La contraparte serán mejores resultados por cada euro público aplicado a estas finalidades.

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