El Adviento y la Navidad, en nuestra mano

Si en nuestros corazones y nuestras casas instauramos el Adviento y la Navidad, nada podrá arrebatárnoslos

El Adviento y la Navidad, en nuestra mano
El Adviento y la Navidad, en nuestra mano

02 de diciembre 2019 - 02:32

Entró el Adviento en Sevilla, como suele hacerlo, por el coro bajo de la Magdalena. Besamanos de la Virgen de la Presentación. En estos tiempos de crecimiento hortera o momificación museística de la Semana Santa por obra de su vaciamiento religioso y devocional, esta hermandad mía del Calvario es un recordatorio de cómo hacer las cosas. El besamanos igual a sí mismo, porque lo perfecto no admite más; grabado debían tener las hermandades que han alcanzado la perfección -que es el mayor grado de excelencia en su línea- el "¡no le toques ya más!" de Juan Ramón. La Virgen igual a sí misma, que desde hace muchísimos años esta Virgen que carece de vestidor es atendida por sus camareras en fidelidad a una iconografía definida e inalterable. El conjunto sobrio dentro del barroco propio de las escenificaciones cofrades. Resume perfectamente esta hermandad y cofradía las tres edades que han hecho la Semana Santa tal y como la conocemos: el barroco del Cristo (1612), el romanticismo de la Virgen (1834) y el regionalismo del paso de Cristo (1909) y del palio y el manto (1916). Hay lección en este saber pararse a tiempo, en este no tocar más lo que no admite mejora, en este dejar descansar lo perfecto en su perfección.

Ante la Virgen de la Presentación, ayer, recordaba lo escrito: "No hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre". Lo mismo sucede con las hermandades. Lo externo a ellas puede dañarlas, pero nunca tanto como lo que se haga en sus adentros. Y pensaba, ya que era el primer domingo de Adviento, que el tanto el vaciamiento de religión y devoción de la Semana Santa como de la Navidad tienen mucho más que ver con como se vivan por dentro que con lo que desde fuera las aceche o incluso ataque.

Ya puede multiplicarse el consumismo compulsivo y desquiciado, ya pueden las autoridades antirreligiosas quitar los símbolos cristianos de las iluminaciones y los adornos, ya pueden dispararse hasta extremos pantagruélicos los excesos de mesa y mantel o de barra y copas, ya puede ser fuerte la presión ambiental arreligiosa servida por todos los medios… Que si en nuestros corazones, en nuestras memorias, en nuestras familias y en nuestras casas instauramos los tiempos santos del Adviento y la Navidad, nada podrá arrebatárnoslos. Basta de externalizar las culpas. Todo depende de nosotros.

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