Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Air Force Juan

Biden juró sobre la Biblia y declaró con Jennifer López el español lengua vehicular

No sé lo que quiere decir la palabra antifascista". Así le respondía Howard Hawks a Peter Bogdanovich en el libro que éste publicó de entrevistas con grandes directores de cine. La pregunta estaba relacionada con el papel de Humphrey Bogart en Tener o no tener, una película en la que Howard Hawks, el dueño de la mayor Confederación Hidrográfica del Séptimo Arte (dirigió Río Lobo, Río Rojo y Río Bravo, las tres con John Wayne), contó con William Faulkner para adaptar un relato de Ernest Hemingway. Además de estos escritores, Hawks tuvo entre sus colaboradores a mindundis como John Steinbeck, Dashiell Hammet o Raymond Chandler. Recordé la respuesta de Hawks tras ver por televisión la toma de posesión de Joe Biden como cuadragésimo sexto presidente de los Estados Unidos de América. Con el desplante protocolario de su predecesor, Donald Trump, Biden no habló ni una sola vez de izquierdas y derechas en su intervención, de fachas o de Gobiernos de progreso, pese a que condenó explícitamente la bárbara toma del Capitolio del día de Reyes por esos epígonos de Daniel Boone. Fue Pedro Sánchez, nuestro presidente, el que en su primera reflexión sobre tan histórica jornada hablaba de la derrota de la ultraderecha. Tener o no tener. El populismo hispano igual se ha equivocado de candidato. Perdió el republicano; venció el que normaliza el español como lengua vehicular de millones de hispanos, con el ciclón mediático de la voz primorosa de Jennifer López, Dios proteja sus posaderas. En la retransmisión de Televisión Española, tras destacar que Joe Biden era el segundo presidente católico del país después de Kennedy, ninguno de los comentaristas reparó en que un pastor dirigía una larga oración que con respeto y solemnidad hicieron suya todos los asistentes, incluidos los ex presidentes Clinton, Bush jr. y Obama. El tiempo de la oración lo aprovecharon los comentaristas para volver al asalto al Capitolio, al descortés gesto de Trump, comparable al que a miles de kilómetros le hacía el alcalde de Cádiz al rey Felipe VI. En el Capitolio, por lo visto, nadie rezaba, se habían quedado todos mudos y en éxtasis, en una parada de regulación, como la que hacen los autobuses urbanos. Ya es mala suerte que gane tu candidato, el de los socios del Gobierno de coalición, y jure su cargo sobre la Biblia después de salir de oír misa con su esposa en la Catedral. Simbólicamente, Biden se ha llevado a los Estados Unidos de América la cruz que ordenó arrancar en nombre de la ley de Memoria Histórica la alcaldesa de Aguilar de la Frontera, el pueblo del excelso poeta Vicente Núñez. La edil de Aguilar se ha erigido en cirinea y ha querido librar de la cruz a todos los habitantes de su localidad. Ignora que todos, ella también, llevamos nuestra cruz a cuestas. Como por todos suenan las campanadas de medianoche que Hemingway hizo tañer con los versos de John Donne. Fue un gran día para los Estados Unidos. El mismo día que el Alcoyano de José Juan y de Juanan, que suenan a Air Force One, tumbó en la lona al Real Madrid…

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