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Francisco Correal

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Amancio

La guadaña es peor que el VAR: se llevó a todo el Real Madrid yeyé menos a Pirri

Yo de mayor quería ser Amancio y ahora recuerdo al niño que de mayor soñaba con ser Amancio. Por Amancio soy del Madrid. Con su muerte, se va una referencia de mi vida. Su predicamento a la hora de regatear y de filosofar lo convierte en una manecilla del reloj proustiano que utilizamos para medir el paso del tiempo. ¿Filosofar? La única ocasión en que coincidí con Amancio fue en Copenhague. Era la primera vez que usaba un teléfono móvil para mandar la crónica de un Copenhague-Betis. Amancio iba como comentarista de Antena 3. En la capital danesa, Manolo Martín me hizo una foto con Kierkegaard y Roberto Pardo con Amancio. Que me disculpe Unamuno, pero no sé cuál de los dos filosofaba mejor.

Cuando vivíamos en Galicia, Amancio todavía jugaba en el Deportivo de la Coruña. Y Marcelino, ese tanque Leopard que batió a Yashin en la final de la Eurocopa de 1964, estaba en el Racing de Ferrol. Con Luis Suárez formaban el tridente gallego que asombró al mundo. Amancio fue dos veces máximo goleador de la Liga, en ambos casos un honor compartido con los colchoneros Gárate y Luis Aragonés. Mis hermanos Juan y Blas nacieron en Galicia, paisanos de Amancio. Su gran año fue 1966, cuando ya vivíamos en La Mancha. Ese año nace mi hermano Quique en Puertollano. El año que el Madrid ganó la sexta Copa de Europa con un gol de Amancio en la final al Partizán de Belgrado. El año que disputa el Mundial de Inglaterra con un gol a Suiza.

Mis hijas Andrea y Carmen se salvaron de que les pusiera Amancio en la partida de bautismo. Para proteger a Paco, el varón, mi mujer le puso Amancio al pájaro que nos regalaron. ¡No iba a haber dos Amancios en casa! Sus regates eran puro realismo mágico, para desesperación de los defensas. Hace tres décadas, le dediqué una página a una novela magnífica de José Antonio Gabriel y Galán, Muchos años después. La titulé "La Iliada de los Amancios" con fotos de Amancio Amaro y Amancio Prada. El futbolista coruñés y el cantante berciano salen en la novela, una crónica despiadada sobre las costuras del exilio. A Silverio, el protagonista, que acaba de volver de un largo exilio en París en el que conoció a Sartre, le preparan una entrevista con el comunista Simón Sánchez Montero en el Bernabéu, aprovechando el bullicio de un Madrid-Barça. Para desazón del exiliado, el dirigente del Pecé sólo abre la boca para decir con un rictus de enfado: "Con Amancio fuera de forma y con Pirri tocado, el Madrid lo va a tener jodido". Un comunista del Madrid. Doble clandestinidad.

Yo creía que Amancio era inmortal. Y creo que lo sigue siendo. Esos iconos de la infancia, del marcador simultáneo Dardo y el anuario Dinámico, tienen el síndrome de Dorian Gray. Qué lejos queda el mayo francés o la primavera de Praga y qué cercanos los goles y los regates de Amancio, que son de esa época. Tenía razón Sánchez Montero: la revolución vestía de blanco y calzaba borceguíes. La guadaña es peor que el VAR. Betancort; Calpe, De Felipe, Sanchís; Pirri, Zoco; Amancio, Serena, Grosso, Velázquez y Gento. Sólo queda Pirri de aquel Madrid yeyé que ayer volvió a Abbey Road… y Manolín Bueno.

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