Añoranza de don Juan de Austria

05 de abril 2020 - 02:30

Confinado hasta quién sabe cuándo y en la amanecida de un Domingo de Ramos que jamás hubiéramos imaginado, la inquietud en este día no es si lloverá o hará sol, sino qué consecuencias tendrá lo que vivimos viendo los resortes defensivos con que contamos. Lo último ha sido que, en una escala técnica, los otomanos nos manguen material sanitario con el que pensábamos combatir el coronavirus. Y en la rabia que da la impotencia hasta echamos de menos un don Juan de Austria, aquel bastardo del emperador que les dio sopas con honda en Lepanto. Estamos inmersos en un bucle insoportable en el que la estulticia del sábado pide paso para que olvides la del viernes, que si hoy son los turcos los que nos timan, antier fueron Alemania y Bélgica cobijando a un golpista. Y aquí seguimos, confinados y desarmados en el peor Domingo de Ramos inimaginable, un horror.

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