Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
MANIFESTACIÓN 15-J aparte, el fichaje de Antonio Tapia ha sido la única noticia positiva surgida del seno de ese ente aún llamado Real Betis Balompié. Se trata de un profesional bien avalado por su labor en lugares de menos prosapia que el que ahora le acoge. Un profesional que no vende humo y del que se hacen lenguas los que bien le conocen sobre su trato y su comportamiento en el difícil día a día de todo entrenador de fútbol. Insisto en que doce días después del catastrófico hecho del descenso, la confirmación de Tapia como entrenador bético es lo único que merece la pena de cuanto salió del club.
Claro que del club apenas salió algo. Si acaso la tímida disculpa de Pepe León por la catástrofe o el recordatorio de Lopera sobre su papel en el Betis, versión suya, en ruborizantes apariciones radiofónicas. Pero lo de Tapia tiene buena pinta porque compatibiliza modestia con pragmatismo, conocimiento con sensatez, algo que es muy de agradecer en estos tiempos tan convulsos sobre la vertical de Heliópolis. Y en esa honestidad entra de lleno su referencia de ayer al 15-J cuando calificó de positiva dicha manifestación porque peor hubiese sido ver muerta a la afición bética. Honra a Tapia esa valentía cuando bien pudo imitar, como tantos otros, al avestruz.
Pero pasa que, prescindiendo de algún nombramiento reciente, nadie podrá acusar a Lopera de su mal gusto a la hora de fichar entrenadores. Luis Aragonés, Vicente Cantatore, Javier Clemente, el afamado Carlos Timoteo Griguol, el prestigioso Guus Hiddink, el prometedor Fernando Vázquez, Juande, Víctor, el gran Serra, Irureta, Cúper... Todos de gran predicamento en el universo de los entrenadores, pero todos, menos Juande y el indómito balear, salieron del Betis por la puerta falsa y no debe caber duda de que todos no podían ser unos incompetentes. Esperemos que Antonio Tapia no se contamine de un club podrido y que el Betis salga ganando.
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