Por fin la anhelada salida por al Puerta del Príncipe se hizo realidad y vino a suceder en la corrida del caballito, como tan peyorativamente es calificada por sus no partidarios. Desde que Pablo Aguado la abrió en aquella memorable tarde del viernes de Feria de antes de la pandemia, léase 2019, la puerta sagrada del toreo permanecía infranqueable para la grey torera. Y llegó este domingo de caballitos para que se diera el caso de que la abriese el hijo de un centauro que ya la abrió en su día y que, además, no es de por aquí abajo. Me imagino a Pablo disfrutando con lo que su hijo Guillermo realizó sobre el albero de la Maestranza. Y fue en una tarde que se abrió negra con la cogida y muerte de Máximo, el caballo albino con el que Andrés Romero inició su faena. Tarde de contrapuntos, pero bendita la rama que al tronco sale, qué bien estuvo Guillermo Hermoso en Sevilla.
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