El Betis, al borde del suicidio en Son Moix

Por fin, dos victorias consecutivas y el debut triunfal como visitante, pero a qué precio

01 de diciembre 2019 - 02:35

Objetivo cumplido, pero a qué precio. Al fin dos triunfos consecutivos y una victoria de viajero, pero con la cafinitrina bajo la lengua, ambos ojos en el crono y encomendado a los aciertos de Joel, un portero que quizá hiciese ayer en Son Moix el partido de su vida. Fue el precio que pagó un Betis que empezó solvente y acabó en tenguerengue por su consabida vulnerabilidad defensiva, impropia de un equipo de Primera División.

Un penalti cuando no se ha roto a sudar es el salvoconducto para iniciar el camino obligado de ganar dos veces seguidas. Y el Betis parece que anda en la ruta correcta, pues se adueña del balón y hasta se desdobla con personalidad, mayormente a babor, donde Joaquín hace estragos, Pedraza le ayuda y Canales le secunda cuando abandona su sitio. Pero la solvencia defensiva no aparece ni siquiera con un marcador favorable, por lo que una esaborición no es descartable.

Y a la media hora, Fekir se deja ver y se saca de la manga un conejo en forma de segundo gol. Un gol que puede ayudar a sobrellevar lo que resta hasta el descanso y que hace mella en la rústica tropa balear. Pero los resortes de este Betis son inescrutables y cuando se vuelve de camerinos, la comedia que había sido hasta entonces se convierte en drama que se hace temible cuando el Mallorca acorta distancias mediante un penalti de Guardado y lo peor es que queda un mundo.

Lago Junior y el japonés Kubo plantean una sucesión de ecuaciones indescifrables para el feble sistema defensivo bético. Una vulnerabilidad que se origina, no se olvide, en un mediocampismo negado para la resta. Afortunadamente surgió el recital de paradas imposibles de Joel y todo terminó sin sangre, pero con la cafinitrina bajo la lengua y los ojos en el crono. Al fin ganó el Betis dos veces seguidas y se estrenó de visitante, pero ha de procurar conseguir eso a mejor precio.

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