¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Por qué no empezamos por RTVE?
Continúa el Betis en su nirvana feliz y lo mejor de todo es que no se le ve el final. Fiel a su filosofía, el equipo supo temporizar mediante el control de la pelota, pero es que también sabe sobreponerse a las circunstancias adversas. Triunfo de prestigio en el Olímpico de Roma gracias a dos golazos de Guido y de Luiz Henrique, éste de espléndido testarazo cuando no quedaba tiempo para nada. Una gran victoria y un magnífico panorama.
Es una gran noche en un gran escenario y aparece un gran Betis. Un Betis que le quita la pelota a la Roma y que puede hacer gol en un tiro de Fekir que va al poste. La sociedad Fekir-Canales con el concurso de Joaquín, jugando cortita y al pie hace que el equipo de Mourinho se limite a perseguir sombras. Pero habrá un momento clave en el transcurso del pleito y es que Fekir se resiente de su lesión y abandona la cancha cuando queda una eternidad por jugarse.
Y por si fuera poco, el VAR que entra en escena para escudriñar una mano de Ruibal en lo que puede recibir la calificación de penaltito. Dybala no falla y todo parece haberse puesto en contra de los de Pellegrini, pero este Betis no le perdía la cara al partido, Luiz Henrique desperdicia una ocasión clara y es Guido el que sorprende a Rui Patricio con un misil tierra-tierra que entra junto a un poste. Y al descanso, todo indica que el Betis puede salir por su pie del Olímpico romano.
Es una segunda parte con más sufrimiento que brillo y que acabó como más gusto da, cuando al rival apenas le queda margen para arreglar sus cosas. Y en este tiempo de sufrimiento surgió la figura de Claudio Bravo en paradones rozando lo milagroso. Y cuando la orquesta de Pellegrini andaba nadando y guardando la ropa llegó el cabezazo fantástico de Luiz Henrique. Gran futuro del Betis en esta fase de grupos con el liderato consolidado y una cita clave a siete días vista.
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