Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Cuando la Catedral se descalifica a sí misma

23 de enero 2016 - 01:00

SIEMPRE me gustó ir a San Mamés. El fútbol allí es distinto al de todos los demás sitios, pero siempre también abominé del papanatismo de quienes lo califican como la Catedral. Cada cosa en su sitio y si dicho rodeo merece la pena por muchas cosas también tiene una cara negativa. El sabor del fútbol allí es indudable, pero la actitud de gran parte de su grada junto a la permisividad arbitral hacen que no sea oro todo lo que reluce.

Un servidor recuerda cómo en un Athletic-Sevilla en las alturas de la tabla dejaron tuerto para los restos a Adolfo Bueno, un árbitro aragonés. Una manzana lanzada con pericia desde la grada impactó en u n ojo del colegiado y ya no vio más por él. También he vivido cómo el "españoles, hijos de puta" era el saludo que los más cafres les dispensaban al Sevilla o al Betis cuando comparecían en su mojada yerba. Y así, un puñado de hechos que jugaban en contra de su cartel.

¿Y a qué viene esto, amigo?, se preguntará más de uno al leer estas líneas. Pues viene a cuento del tratamiento que se le dispensa allí al que quizá sea el jugador más querido de la Liga. Absolutamente de todos los campos sale Andrés Iniesta entre aplausos. Lo mismo del Bernabéu que de Cornellà, por señalar los rodeos más hostiles al Barça, el manchego sale en loor de multitud, pero no de la susodicha Catedral, donde es vituperado de forma tan grosera como inconcebible.

¿Y por qué esa animadversión hacia un futbolista ejemplar? Dicen por el Bocho que todo se debe a un lance con Amorebieta en el que hizo teatro para provocar la expulsión del venezolano. De eso pasó mucho tiempo y ya ni se sabe dónde anda el fornido central ex león, por lo que no tiene mucho sentido recordarlo con tanta virulencia. Y hay quien opina que la Catedral no le perdona que fuese el autor del gol que le dio el título de campeón del mundo a España. ¿Quién sabe?

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