Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

Compi yogui

Una colchoneta o una bicicleta estática son ahora tan preciados como el bote de gel hidroalcohólico

Como muchos sevillanos, por prescripción médica debo realizar prácticas deportivas sin las cuales las numerosas horas sentada ante el ordenador que forman parte de mi rutina laboral son, digámoslo así, menos llevaderas. Y el cierre de la piscina donde nado y de los centros donde entreno me ponen en la tesitura de moverme dentro de casa y convertir mi humilde colchoneta de goma en una especie de alfombra mágica que deberá conducirme de vuelta al reino de la salud postural.

Todavía no había diseñado mi tabla de estiramientos caseros y mi sesión de saludos al sol cuando mis profesores, monitores y hasta fisioterapeutas (que también han tenido que cerrar sus puertas) han comenzado a producir vídeos y tutoriales con un furor, amor y vocación que excede ampliamente los servicios por los cuales les pagamos. Clases enYoutube, en streaming, Pilates para la oficina, hay de todo y a todas horas. Estar en forma en casa ha dejado de ser una opción para ser casi un dogma de fe.

Entre padres de familia desbordados por la agenda frenética de clases virtuales y deberes para sus hijos, y empresas como ésta donde hay mucha gente que trabaja o teletrabaja incluso más horas que antes, el frenesí deportivo ha entrado por la puerta antes que el Covid-19. Una colchoneta o una bici estática son tan preciados como el bote de gel hidroalcohólico. Amigos y familiares, en vez de tomarse la temperatura, con lo que están obsesionados es con la báscula, y eso que no hay Feria de Abril que nos obligue a mantener la línea y contener el apetito exacerbado por la sobredosis y tensión informativas. Pero ya todos somos Apóstoles del Fitness.

Tengo tres grupos de Whatsapp sólo dedicados a la práctica deportiva y gestionarlos me lleva más tiempo que a otros pasear el perro. Es por todo ello que pienso mucho en doña Letizia en estos días. En aquel revuelo que se armó cuando usó la expresión "compi yogui" y en todas las restricciones, castigos y alejamientos que aquel mensaje de amistad impuso a su vida. Sinceramente, no podría imaginarme mi confinamiento sin los vídeos de mi profesor de yoga, más querido ya en mi hogar que el doctor Fernando Simón, y sin los mensajes estimulantes de sus alumnos.

Espero que con todas las noticias que la realeza emérita nos ha dado esta semana, y que tan poco calado han tenido por coincidir con la pandemia, alguien reflexione y deje a doña Letizia volver a usar el apelativo "compi yogui". Es más, propongo a Zarzuela que la Reina de España se grabe en Youtube y comparta su práctica de Hatha o Vinyasa con sus súbditos. Aprender a serenar la mente, meditar y pensar sólo en el aquí y en el ahora porque no podemos controlar lo que pasa, me parece importante. Letizia, cuídate mucho tú también. Namasté.

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