La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Cuadro negro

A las imágenes ciertas de actitudes ciegamente incívicas opongo la serena determinación de la mayoría

Nunca el cambio de hora había tenido lugar en un tiempo de tanta oscuridad. Noche sobre noche, negro sobre negro, oscuridad sobre oscuridad. Noches anticipadas cayendo sobre ciudades sometidas al toque de queda. ¡Quién lo podía imaginar hace un año! Poco falta para que se cumpla el primer aniversario de la irrupción del Covid-19 en China: según unas fuentes, el 17 de noviembre y, según otras, el 1 de diciembre. Será un triste momento cuando, país a país, se vayan cumpliendo los aniversarios de la entrada en ellos del virus que ha truncado ya 1.113.410 vidas en el mundo -de las que 256.014 en Europa y 34.521 (según el Gobierno) o 57.000 (según el exceso de mortalidad) en España-, ha hundido la economía y colapsado la vida cotidiana de las ciudades de los cinco continentes. Nada es como era. Y nadie puede decir cuándo volverá a serlo. Según unos expertos, no antes del verano de 2021; según otros, a finales de ese año o principios de 2022.

Los españoles estamos haciendo un esfuerzo más que notable de serenidad para conciliar seguridad y trabajo. Son muchísimos más quienes cumplen que quienes ayudan a la expansión del virus no respetando las tres sencillas normas básicas de distancia, mascarilla e higiene. Una vez más estamos por encima de quienes nos gobiernan, resucitando el célebre verso 20 del Cantar de Mío Cid. A las noticias e imágenes ciertas de los niñatos y no tan niñatos agrediéndonos a todos con sus actitudes estúpida, egoísta y ciegamente incívicas opongo lo que veo en las calles, en los autobuses, en los bares, en los comercios, en las aulas, en las familias, en los centros de salud y hospitales, en las parroquias: respeto, cuidado y valor para afrontar la situación asumiendo responsablemente riesgos para que el día a día funcione y no nos hundamos aún más. Porque todo lo que no sea confinamiento radical implica riesgo en una situación de extrema gravedad y un país que por su mal gobierno -mientras escribo habla sin decir nada el telepredicador de la Moncloa- encabeza todos los datos negativos.

Estos días procuro leer, ver y oír los libros, películas, cuadros y músicas que me abriguen y conforten. Pero lo cierto es que el libro de estos tiempos es el Eclesiastés, la película El séptimo sello, la pintura el Cuadrado Negro de Malévich y la música las Funeral Sentences for Queen Mary de Purcell o el Good Morning Heartache de Billie Holiday.

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