Cuánta mala hierba

La sede de Sevilla, que mantuvo a España en la Eurocopa, quedará como la del... césped

28 de junio 2021 - 07:16

CUANDO la UEFA, más categórica que con las sanciones a los rebeldes de la Superliga, excluyó a Bilbao, el Reino de España corría peligro de quedarse fuera de la Eurocopa más simbólica, la del espíritu integrador y que disuelve fronteras continentales. Pero la entente Rubiales-Imbroda para torneos nacionales, tan bien engrasada, facilitó el nombre de La Cartuja. Sevilla mantuvo a España en el mapa de forma tan improvisada como ágil. Y sólo por eso, obviando la amplísima hoja de servicios del número 12 con la absoluta, la ciudad merecía el más cerrado respeto. Además, el esfuerzo organizativo, en el sordo día a día, se ha redoblado para compaginar la sede futbolística con el capital papel del estadio como centro de vacunación para los sevillanos.

Pero lejos de eso, los compañeros de la prensa que nos han honrado con su desembarco desde Madrid y Barcelona para cubrir los partidos han convertido el estado de la hierba de La Cartuja, cierto que irregular y a un nivel inferior al del resto de sedes, en cabeza de turco para un fuego graneado, inmisericorde, despiadado y desproporcionado desde sus púlpitos de cartón piedra. Tal ha sido la caña de estos impostados líderes de opinión (?), que el debate ha desplazado del centro de gravedad lo nuclear de la actualidad de la selección, que no es otra cosa que los desvaríos deportivos que describe este pastiche de equipo desde la figura nervuda y crispada de Luis Enrique.

Días después de la marcha de la selección de Sevilla, en la previa televisiva del primer partido de octavos, el Gales-Dinamarca, los sesudos analistas seguían insaciables. “Todos los países han ofrecido el mejor estadio disponible para la Eurocopa, salvo España”, llegaron a sentenciar.

Hoy volveremos a empujar a España. Pero si sobre el alabado tapete danés impone su magisterio Modric, a más de un socio del número 12 le puede brotar una sonrisa de la que avergonzarse.

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