Dudas para un alcalde... y para un candidato

Cambiar la Alcaldía de Sevilla por el liderazgo de la oposición en el Parlamento no sería un buen negocio

21 de marzo 2021 - 01:48

En los mentideros políticos de Sevilla, que haberlos haylos, se da por seguro que al alcalde le queda ya poco tiempo en su despacho de la Plaza Nueva; que Juan Espadas, en cuestión de semanas o como mucho de pocos meses, abandonará la Alcaldía para emprender la aventura de liderar a los socialistas andaluces, intentar la difícil tarea de reconquistar la Junta de Andalucía y, de paso, en un empeño con enorme carga simbólica, retirar de la primera fila a Susana Díaz y todo lo que ella representa. Somos de los que pensamos que a este traje le queda todavía mucha tela que cortar y que algunas de las cosas que en las últimas semanas se dan por hechas deberían estar todavía en fase de maduración. De lo que no cabe duda es de la predisposición de Espadas para tirarse a la piscina si ve que hay agua en ella, y las luces verdes que empiezan a encenderse en la Moncloa y en la calle Ferraz de Madrid así parecen indicarlo. Pero a nadie se le escapa que la operación presenta riesgos evidentes y está rodeada de demasiadas incertidumbres.

El primer riesgo, el más claro, es poner en peligro la Alcaldía de Sevilla, que es con diferencia la principal instancia de poder que los socialistas mantienen en Andalucía y una de las más importantes que conservan en España. Nadie duda de que en el caso de que Espadas siguiera de cabeza de cartel en las próximas municipales las elecciones serían una especie de paseo para un alcalde que ha logrado ser casi tan transversal como su colega de Málaga, y que no despierta grandes rechazos ni a izquierda ni a derecha. La Junta, en cambio, se presenta como un objetivo complicado. Las encuestas señalan que los socialistas no lo tienen fácil y que el PP se ha reforzado con Juanma Moreno en la Presidencia. Cambiar la Alcaldía de la capital por el liderazgo de la oposición en el Parlamento andaluz sería un pésimo negocio para Espadas.

Un segundo factor que no conviene despreciar es que el nombre y la imagen de Juan Espadas están asociados a la ciudad de Sevilla. En una comunidad autónoma en la que el agravio y el provincianismo se han utilizado durante décadas como estrategia política por todos los partidos, este no es un asunto menor y la marca Sevilla, por decirlo con palabras suaves, no vende demasiado bien en el resto de la región. Anotemos todavía una tercera circunstancia: el partido. Espadas no es lo que se dice un hombre de aparato ni de los que hacen vida de agrupación. Abrirse paso en unas primarias no va a ser tarea fácil. Que se lo pregunten a Susana Díaz, quien a pesar de su experiencia ha aprendido alguna lección.

Así las cosas, y a pesar de que parece que el panorama empieza a estar despejado, el camino de Juan Espadas aparece sembrado de dudas tanto para el alcalde actual como para el futuro candidato.

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