El balcón

Ignacio / Martínez

Enchufes sin complejos

EL caso Soria II ha puesto de actualidad uno de los deportes nacionales, el enchufe. Tradición de raíces profundas. En vísperas de las elecciones de 1982, que dieron mayoría absoluta al PSOE, en el debate de La Clave Alfonso Guerra repetía el lema de su partido [el cambio] como la panacea contra todo mal. Hacia el final del debate Arzallus, presidente del PNV, con habilidad jesuítica, le preguntó: ¿esto de el cambio qué significa, que mañana ganan ustedes las elecciones y ya nadie pide un enchufe en este país?

Pues no. A la tradicional presión social se ha sumado una perversa solidaridad con los dirigentes del partido que se quedan sin ocupación, a los que se busca una salida. En este capítulo siempre ha habido clases. Hay salidas de postín muy bien remuneradas para exministros como Ana de Palacio, Bibiana Aído, Leire Pajín, Magdalena Álvarez o José Ignacio Wert en organismos internacionales, aunque sus trayectorias el frente de sus Departamentos fuesen manifiestamente mejorables. Soria pensó que encajaba en ese paquete: un puesto en el Banco Mundial por 250.000 dólares anuales libres de impuestos, con fondo de pensiones, créditos baratos y otras prebendas. Ni él ni sus amigos Rajoy y Guindos recordaron que salió del Gobierno por mentir. Por negar reiteradamente que hubiese tenido cuentas y empresas en paraísos fiscales.

(Se ha criticado que Almodóvar, que también aparecía en los Papeles de Panamá, pueda representar a España en los Oscar. Hay diferencias: Almodóvar no negó la evidencia, pidió disculpas y dijo que había sido un error. En este campo el más honrado fue Bertín Osborne, que con su habitual desparpajo admitió que tuvo empresas en paraísos fiscales para evadir impuestos. Y ahí está el tío con su programa de éxito).

Ha habido excepciones en estos enchufes endogámicos de ex altos cargos. Por ejemplo, la propuesta por el Gobierno de González en 1984 del exministro de UCD Marcelino Oreja para secretario general del Consejo de Europa. El desembarco de Rodrigo Rato en la Dirección General del FMI se produjo tras la victoria de Zapatero, pero se fraguó al final de la Presidencia de Aznar, como compensación por no nominarle sucesor.

Estos enchufes se producen en otras muchas esferas, con toda naturalidad. La Diputación de Sevilla, de bandera socialista, contrató a decenas de alcaldes y exalcaldes del PSOE. La de Málaga hizo lo mismo con munícipes y exmunícipes del PP necesitados. Otros pequeños nichos de empleo que ni siquiera llaman la atención: el PSOE tiene colocados como secretarios de los Consejos Sociales de varias universidades andaluzas a una exalcaldesa (Jaén), y a varios exconcejales socialistas (Olavide de Sevilla, Huelva y Málaga). Algunos acaban de ser ratificados en la misma semana del escándalo Soria. Sin complejos.

Arzallus ya tiene su respuesta, 34 años después. La gente sigue pidiendo enchufes en este país. Y se los dan.

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