La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
D OS acepciones trae el diccionario para “escamondar”. 1. Limpiar los árboles quitándoles las ramas inútiles y las hojas secas. Y 2. Limpiar algo quitándole lo superfluo y dañoso. Diez acepciones encontramos en la misma obra de la voz “Blanquear” desde “poner blanco algo” y “dar una o varias manos de cal o de yeso blanco, diluidos en agua, a las paredes, a los techos y a las fachadas de los edificios” a “sacar el color a los metales”, “ajustar a la legalidad fiscal el dinero negro” a “tirar a blanco” o “ir tomando color blanco”. O sea, se emplean las palabras con significados que no han llegado todavía al Diccionario. Porque si Pedro Sánchez y su PSOE pretenden blanquear a Bildu de su pasado filoetarra o a Puigdemont y otros de su golpe de Estado, malversación y el conjunto de crímenes cometidos el 1 de octubre, en este caso obviando al juez Llarena y al corpus de acusación redactado por la Fiscalía, con la prisión preventiva sin fianza que le espera en España, eso se llama “blanquear”, aunque yo lo veía más como escamondar, sobre todo por la expresión de mi infancia, cuando salía a la calle limpio y escamonda(d)o para volver de aquella manera.
¿A que es más divertido meterse en el Diccionario que observar la fechoría en el realismo de los cambios de opinión y de lo que valen unos poquitos votos pero necesarios para armar una investidura que de otro modo no se podría? El independentismo periférico e insurgente, y el nacionalismo pragmático, han encontrado una fórmula perfecta para imponer sus exigencias y meternos la mano en los bolsillos a todos los demás españoles, pues no buscan la igualdad sino la ventaja, que no digan lo contrario. Recuerdo un aforismo de mi madre, imbatible: “Un real vale un vaca, si no tienes un real, no tienes vaca”. Es esta la fórmula indepe de negociación. Tengo cinco votos pero o empiezas a poner en la balanza o no tendrás lo que tanto ansías. A más dinero, menos nacionalismo, dicen que decía Pujol, autor intelectual de muchas de nuestras desgracias como nación, finalmente un delincuente presunto pero así son las cosas. En definitiva, si lo consigue, hay que rendirse. Ante Pedro Sánchez. Y encima oír que le llame “gobierno progresista” a este batiburrillo de “sensibilidades” políticas con el se verá obligado a gobernar un país tan difícil como el nuestro. Porque no gobernará sólo con los ministros suyos y los de Yolanda Díaz Pérez, que también va a tener que echar una peoná, sino con las exigencias y los acuerdos de ahora mismo. Blanquear, escamondar son sólo palabras…
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