Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Esquizofrenia naranja

A Ciudadanos le cuesta trabajo aparecer como azote del 'susanismo' tras haber sido su avalista durante tres años

Aparte de que Susana Díaz, por más o por menos diferencia, va a ganar las elecciones del 2 de diciembre, el único convencimiento que comparten todas las encuestas hasta ahora conocidas es que sólo Ciudadanos va a pegar un subidón. Tiene lógica: es un partido todavía casi sin pasado, que dice cosas casi siempre sensatas, que ha demostrado en Cataluña cómo desde la defensa de los valores constitucionales se podía hacer frente a la agresión separatista y que tiene -esto es también muy importante- unos líderes nacionales jóvenes y atractivos. Este modelo de liderazgo no ha sabido replicarlo en Andalucía, donde concurre a las elecciones con un cartel más bien flojito, de ahí que la campaña requiera la presencia constante de Albert Rivera e Inés Arrimadas, que suplen de sobra las carencias de proyección pública de Juan Marín. Aun así hay que reconocer que el candidato a la Presidencia de la Junta ha demostrado durante la última legislatura que es una persona de talante abierto y dialogante y, además, buen negociador, lo que estando la política como está no es poca cosa. Peor lo tendrá todavía Ciudadanos en las próximas municipales en sitios como Sevilla, donde no es sólo que no tenga un liderazgo local, sino que lo que ha hecho en el Ayuntamiento le resta solvencia y visibilidad.

El problema de Ciudadanos en la campaña andaluza es de estrategia: aparecer ahora como los abanderados del antisusanismo y los regeneradores de la vida pública tras cuarenta años de "dictadura socialista" es un mensaje difícil de colar, aunque en unas elecciones casi todo valga. Durante más de tres años Juan Marín ha sido justamente lo contrario: el avalista y sostenedor del susanismo y de la supuesta dictadura. Sin su apoyo expreso, aunque no gratis, la presidenta de la Junta no se hubiera podido mantener ni un día en el poder y eso lo saben los andaluces que tienen que votar dentro de dos semanas. Por eso, las comparecencias públicas de Marín están trufadas de cierto patetismo y quizás por ello también el constante aliento en la nuca de un comisario político de Madrid, habitualmente el hierático Juan Carlos Girauta.

Esta esquizofrenia naranja -ayer sostenedores de Susana Díaz y hoy los llamados por la providencia para arrojarla al infierno- tiene que ver con la propia pulsión de una campaña electoral en la que todos juegan contra todos. Pero sobre todo tiene que ver con la batalla desatada entre Rivera y Pablo Casado por hacerse con el liderazgo de la derecha. Esa pugna se va resolver al sur de Despeñaperros y quien la gane habrá dado un paso fundamental en la carrera que ya ha empezado y que deparará episodios tremendos. Que se lo pregunten a Vox, que está al acecho.

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