La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Asunción es la aldea de los galos contra el turismo invasor
Dentro del insoportable clima de sectarismo intolerante que padecemos en este país aún llamado España, es inadmisible que se insulte el hecho de que un puñado de españoles quieran renovar sus votos de fidelidad a la Patria. El acto del sábado en la Plaza de España ha hecho que las cloacas más o menos clandestinas ardan contra los que decidieron volver a jurar la bandera. Volver a jurarla o jurar por primera vez, ya que desde la abolición del servicio militar son innumerables los españolitos que se van al otro barrio sin haber tenido el honor de besar la rojigualda. La descalificación más corriente es la de tildar de facha a los que se plantaron en la Plaza de España para renovar sus votos. Facha es el insulto al uso entre los que no admiten que alguien piense de otra manera y lo hacen en un ejercicio tal de fascismo que hace que ellos sean los indiscutibles fachas.
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