Acción de gracias

Gratitud

Se habla mucho de la palabra del año, pero qué importantes los vocablos atemporales: gracias, perdón, por favor

No suelo hacer regalos cuando arranca la Navidad, tengo por costumbre esperar a la fecha en la que vienen los Reyes Magos, pero esta vez me planteé una excepción. Quería tener un detalle con dos amigos que trabajan en la sanidad, Rocío y Miguel, dos personas con un corazón enorme que me gusta ver como símbolos de un sector que en estos meses nos ha cuidado con una entrega y una generosidad encomiables. Aquel paquete se lo mandaba el amigo, que habría querido estar más presente en sus vidas en un año tan durísimo como el que nos ha dejado, pero también, quiero pensar, el ciudadano, agradecido por una labor que pese a la confusión y la furia del exterior, frente a tanta actitud discutible y mezquina en otras esferas, ha encarnado aquello que defendía Albert Camus al final de La peste, esa idea de que "hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio". El ejemplo de estos profesionales, como el de quienes promueven y gestionan comedores sociales y redes de apoyo o trabajan de algún modo en hacer más llevadera esta crisis, nos ha invitado a la esperanza en un tiempo tomado inevitablemente por el desaliento.

Aquel envío a Rocío y Miguel me hizo pensar en la importancia de la gratitud. Recordé un artículo soberbio de Pablo Bujalance en el que alertaba -y aquel texto se publicó antes de esta pandemia, que ha sacado lo mejor pero también lo peor de nosotros- de la proliferación de zombis en las ciudades. Personas que parecían muertas cuando les sujetabas una puerta para que pasaran o a las que saludabas pero no te devolvían ningún gesto humano, criaturas ensimismadas que no reparaban en que vivían en comunidad y a su lado estaban los otros. Se habla mucho de las palabras del año -y este 2020 ha sido, claro, confinamiento el término elegido- pero qué cruciales son esos vocablos atemporales, eternos, que hacen nuestra vida más fácil y nos calientan del frío. Gracias, perdón, por favor, pilares en nuestra comunicación -lo primero que uno aprendería en un curso de idiomas- y que alguno olvida demasiado rápido.

Hace unos meses decidí bautizar esta columna con el nombre de Acción de gracias, porque quería buscar la luz, incidir en lo más digno del ser humano, en un momento ciertamente sombrío. Hoy me tocaría entrar en el nuevo año y despedir el que nos ha dejado manifestando mi agradecimiento. Aún quedan motivos. Sé que si en este 2021 me caigo tendré gente buena a mi lado que me ayudará a levantarme. Sé que en un libro, en una película, en un cuadro o una obra de teatro podré encontrar algo de belleza. Sé que habrá quien continúe luchando por lo justo. O lo que es lo mismo: que habrá palabras como confianza, poesía, bondad, por las que podremos seguir dando las gracias.

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