Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
ESPERÓ a que su dueño se fuera para echarse a morir. Al menos, esa es la impresión que la veterinaria sacó cuando vio cómo no más salir por la puerta Raúl, la perra embocó el encuentro con la muerte. Es un drama de considerables dimensiones la muerte de un animal de compañía, pero en el caso de Mara no puede usted imaginarse hasta qué punto se nota su ya definitiva ausencia. Llegó a casa hace en este agosto diez años y su convivencia no ha contado con un solo punto negro. Nobilísima y guapa como corresponde al labrador retriever, ni siquiera la llegada a casa de un querido y anhelado nuevo miembro de la familia le inquietó. Sustituyó a Iru en el corazón de todos nosotros y como en la noche ya lejana del adiós de aquel pequeño peludo, deja un vacío que se hace insoportable, porque hay que ver lo que se da a querer un acompañante como era Mara.
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