Jueves SAnto de mármol blanco

Estamos en una hora perfectamente seria. De mármol blanco y duro es la vida estos días

09 de abril 2020 - 02:31

Un golpe de ataúd en tierra es algo perfectamente serio" escribió Antonio Machado. "De mármol blanco y espeso / es la vida, cuando dura, / luego que una sepultura / cayó con todo su peso"escribió otro sevillano, Juan Sierra, en una poesía dedicada a la Soledad de San Lorenzo. Es la hora de esta Virgen sola al pie de una cruz vacía en la que hoy, Jueves Santo, sólo puedo imaginar que estuvo el cuerpo totalmente vencido por la muerte del Cristo de la Fundación. Ya han descendido los santos varones el cadáver desmadejado y ha vivido la Virgen su quinta angustia. Está sola como nadie jamás lo ha estado. Juan Sierra expresó con fuerza esa "soledad rasa, fiera, / en el mundo, que no altera / su pálida algarabía" de esta Virgen "tan sola en la tierra entera".

Se han oído, de momento y si no nos mienten -que parece que sí lo hacen-, 14.555 golpes de ataúd en tierra. Han caído, de momento, 14.555 sepulturas con todo su peso. Estamos en una hora perfectamente seria. De mármol blanco y espeso es la vida estos días. Una seriedad que debería ser mayor y un mármol que sólo parece pesar sobre las familias que no han podido despedirse de los suyos -enterrados sin piadosos ritos- ni recibir los consuelos de sus parientes y amigos. Tenemos la obligación de la esperanza, ciertamente. Pero también la del duelo: silencio y no sólo aplausos, Lacrimosa y no solo Resistiré.

Es la hora de la Soledad de San Lorenzo en esta Semana Santa, toda ella un largo Viernes y Sábado Santos, llanto al pie de una cruz vacía. Para la Soledad parece que escribió T. S. Eliot esta letanía: "Señora de los silencios / Angustiada y serena / Rota y tan entera / Rosa de la memoria / Rosa del olvido / Agotada y dadora de vida / Acongojada y llena de reposo / La Rosa única es ahora el Jardín / Donde todo amor acaba / Y termina el tormento / Del amor insatisfecho".

A esta Señora de los silencios me dirijo este Jueves Santo que tiene la negrura del Viernes y el Sábado Santo, este Jueves Santo en el que Sevilla y España -la más herida de entre las naciones- son un Getsemaní de tristeza y angustia hasta el punto de muerte, este Jueves Santo de crucificados descendidos de las cruces de sus muertes solitarias sin María, ni Juan, ni José, ni Nicodemo, ni santas mujeres que acojan sus cuerpos y los amortajen, este Jueves Santo de tanta muerte sin ronda de centuria macarena anunciando resurrecciones.

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