Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Que hablen los otros, qué error
Lo de Messi se veía venir. La política de fichajes de los directivos del Barça en estos últimos años ha sido tan insensata que estaba cantado que iba a suceder algo así. De hecho, si el FC Barcelona fuera un club modesto ya habría tenido problemas muy gordos para seguir compitiendo en la Liga a causa de sus deudas y de su pésima situación financiera. ¿De dónde salía el dinero para hacer unos fichajes disparatados? ¿Quién lo aportaba? ¿Quién lo avalaba? ¿Cómo se pudo pagar lo que se pagó por Coutinho y Dembelé y Griezman? Nadie lo sabe. Probablemente, nadie lo sabrá nunca. Las cuentas de los clubes de fútbol son tan misteriosas como las cuentas de los bancos de las islas Caymán, por citar el primer lugar que a uno se le viene a la cabeza. El caso es que una gestión tan disparatada como la del FC Barcelona estaba abocada al fracaso. Messi se irá gratis. Y el club seguirá endeudado y prácticamente en quiebra.
Lo bueno del caso es que toda la política -puro pensamiento mágico- que ha inspirado el procés independentista se parece muchísimo a la forma en que se han comportado los directivos del Barcelona en estos últimos años, que han sido también los años de apogeo del procés. Se hacían promesas que todo el mundo sabía que eran irrealizables. Se gastaba un dinero que no se tenía y que nadie sabía de dónde podía salir. Se aseguraban cosas que eran totalmente inasumibles. Pero por una extraña combinación de delirio y autosugestión e histerismo colectivo -como ocurre en las sectas milenaristas-, estas mentiras pueriles se consideraban no sólo factibles, sino además irreversibles. "Ho tenim a tocar", decían los líderes indepes, y cientos, miles, millones de personas se lo creían a pesar de que todas las pruebas reales les demostraban que nada de lo que decían era cierto. Y algo así ha pasado con el Barça. El club más grande del mundo -tal como aseguraba su propaganda- estaba en manos de una pandilla de megalomaníacos incompetentes que no estaban capacitados ni para administrar una gestoría de barrio. ¿Hará alguien una película sobre esta historia abracadabrante? ¿Se contará alguna vez en un reportaje, en una investigación a fondo? Probablemente no. O bueno, sí, tal vez dentro de veinte o treinta años.
O sea que adiós a Messi y adiós a todo lo que representaba. Y qué final más triste y más absurdo y más ridículo ha tenido todo.
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