la tribuna

Manuel Clavero Arévalo

Misterio y religiones

31 de julio 2011 - 01:00

DICE el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que el misterio es cosa arcana o muy recóndita, que no se puede comprender o explicar, arcano o cosa secreta en cualquier religión. Y añade: en la religión cristiana, cosa inaccesible a la razón y que debe ser objeto de fe.

La vida y la muerte del ser humano están envueltos en el misterio y ello en todas las religiones porque la fe es necesaria para creer lo que no se comprende, lo que es misterioso. Por ello, no es de extrañar que surjan agnósticos que dudan de lo que aparece como misterioso y ateos que no creen ni en Dios ni en los misterios.

Hace más de doscientos años, el físico francés Laplace explicó la formación del sistema solar y Napoleón le preguntó, recriminándole, por qué había omitido a Dios en su explicación, contestándole Laplace: Señor no he necesitado esa hipótesis.

Hawking, a quien conocí personalmente durante la Exposición Universal de 1992 y que ocupó la cátedra de Matemáticas en la Universidad de Cambridge que desempeñara Newton, se expresa de manera parecida. Recientemente comenté la publicación de su libro The Gran Design (El Gran Designio), en el que afirma que el origen del universo encuentra su causa en las leyes de la física sin que sea necesario invocar a Dios para explicar su origen.

Con anterioridad, en el año 2005, en Oviedo, delante de los Príncipes de Asturias, dijo que el Universo surgió de la nada. Es difícil comprender que de la nada pueda nacer algo.

Ahora ha declarado al diario británico The Guardian que la idea de que existe un cielo o un paraíso más allá de la muerte no es más que un cuento de hadas en el que se empeñan en creer aquellos que temen el momento de dejar de existir. El cuerpo humano, dijo, es como un ordenador que deja de funcionar cuando falla alguno de sus componentes.

Sin embargo, el pensamiento de Hawking ha evolucionado porque Pablo Jauregin y Mónica Salomone han recordado que en su anterior libro Breve Historia del Tiempo, publicado en 1988, Hawking se mostró interesado por la existencia de Dios y afirmó que "si lográramos una teoría del todo, sería el mayor triunfo de la razón humana, porque entonces conoceríamos la mente de Dios". Era una postura más prudente y cauta que la que nos ofrece en su libro El Gran Designio y en las recientes declaraciones al diario The Guardian.

La religión está llena de misterios, de ahí que la fe sea algo necesario para estar en ella: la transmisión del pecado original, la creación del cuerpo del hombre y la mujer, la inmaculada concepción, la trinidad, la resurrección, el juicio universal, la transposición de las especies en la consagración, lo que hay detrás de la muerte, etcétera.

Volviendo al trascendental tema de la muerte, algo es indiscutible: nadie ha conseguido la inmortalidad; en cambio, sí aparece como discutible lo que hay detrás de la muerte; la nada, como ahora ha recordado Hawking y antes no pocos filósofos; la reencarnación, idea por la que, tras la muerte nos encarnamos en otro ser humano y la otra vida en el cielo o en el infierno. La muerte es un fin y un principio, muere el cuerpo mortal y vive el alma inmortal. Para los creyentes ese más allá cierto marca el sentido de la vida, aunque hay ateos que llevan una vida digna en la que se preocupan de los demás y de hacer el bien.

Muchas veces lamento que en nuestras vidas no se nos aparezca un familiar o un amigo muerto que nos explique por su propia experiencia lo que hay más allá de la muerte, y nos saque del gran misterio de lo que hay detrás de ella. Esta ausencia de presencia nos hace permanecer en el misterio de no saber con exactitud lo más importante de la vida, que es la muerte y lo que viene después de ella.

Hay no pocas personas que cambian de creencias a lo largo de su vida y pasan de no creer en los misterios ni en la fe a convertirse en creyentes. Suelen ser varias las causas de esta transformación: la propia reflexión, conversaciones con amigos o sacerdotes, el ejemplo de creyentes, y por lo general los conversos auténticos pasan a tener una vida más feliz. Por el contrario, también los hay que incluso formalizan el abandono religioso con la apostasía, cuyas causas suelen ser varias: la propia reflexión, conversaciones con no creyentes, el mal ejemplo de algunos creyentes. Sobre si el cambio religioso produce más felicidad en este caso, lo dudo.

Los que cambian de religión o pasan a la increencia tienen que acomodar sus vidas a la nueva fe, a los nuevos misterios o al ateísmo. Sería interesante conocer las experiencias de quienes realizan el cambio.

Hay también personas que son creyentes y se declaran no practicantes, lo que es difícil de comprender, si bien no hay que confundirlos con quienes siendo creyentes no son ejemplares practicantes en todo.

Pero el gran misterio del que todos seremos protagonistas es el de lo que hay detrás de la muerte. Sobre él han escrito filósofos, teólogos, intelectuales, y la gran mayoría considera que tras la muerte hay otra vida, que la muerte es el fin de una vida y el principio de otra.

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