Moderados y radicales

Es posible que personajes como Fernando Savater o Andrés Trapiello se autodefinan como moderados

Manifestantes en Cibeles.
Manifestantes en Cibeles. / EFE

24 de enero 2023 - 00:01

LA palabra “moderación” es hoy un vocablo de prestigio, un término feromona, como “emprendimiento”, “sostenibilidad” o “diversidad”. Sin embargo, no siempre fue así. “Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca”, dice el Apocalipsis, y un romántico se hubiese dejado cortar un brazo antes de pasar por moderado ante su parroquia. Pero, en general, podemos decir que, actualmente, hay consenso en que la moderación es mejor que los excesos. Sobre todo en política.

Las historias española y europea enseñan lo peligroso que pueden ser los radicalismos en el debate público. El problema, como siempre, es a quién consideremos moderado y a quién no. Es muy posible que personajes como Fernando Savater o Andrés Trapiello se autodefinan como moderados y hombres ecuánimes en sus juicios políticos y sociales. No obstante, la manifestación del pasado sábado en Cibeles, a la que acudieron y en la que se dejaron fotografiar, ha sido considerada por la izquierda mediática (e incluso por algún liberalio) como un alarde de las tropas reaccionarias que no soportan el pluralismo y los vientos de libertad que nos ha traído el Gobierno de Pedro Sánchez. A su vez, el presidente era definido por los manifestantes como un peligroso radical. Esto de la collera moderados-radical es, por tanto, relativo. Recuerden lo que decía Franco de Blas Piñar –el notario que terminaría siendo el líder de la derecha franquista en la Transición–: “Es demasiado exaltado”.

El problema de la moderación es que muchas veces no es más que una máscara con la que se tapan otras actitudes, como la vaciedad, el cinismo, la cobardía, la pereza o la incompetencia. Por intereses que se nos escapan a la mayoría, hoy asistimos, desde los sectores “moderados de la derecha”, a una reivindicación del mesurado Rajoy, un tipo simpático, y gran tribuno, pero que fracasó estrepitosamente el 1-O, que fue un problema, es cierto, heredado del bambismo de Rodríguez Zapatero (hombre de maneras amables e ideas extremas). Ser comedido no es gantía de buen gobierno. El gran moderado de la España actual lo tenemos en San Telmo. Juanma Moreno ha conseguido hacer del comedimiento una marca política tras la que oculta sus carencias, como su incapacidad de arreglar el desastre de la sanidad andaluza.

En la otra cara de la moneda tenemos a Vox, hoy convertido por los medios y el discurso político dominante en la quinta esencia del radicalismo. Se normalizan a personajes como Irene Montero o Echenique (que hace pocos eran unos apestados) y se demonizan a otros como Abascal o Buxadé. Lo mejor del poder es que te permite adquirir muchas voluntades, incluso gratis. Al fin y al cabo, como dice con sabiduría la Biblia, somos grey. Moderada o radical, pero grey.

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