Charo Ramos

Mujeres de cine

Azul Klein

Numerosas creadoras participan en el programa oficial del Festival de Sevilla y en las actividades paralelas

14 de noviembre 2018 - 02:32

Una versión despojada del mito de Antígona y la considerada "primera" película feminista de la Alemania occidental (Nueve vidas tiene el gato, 1968) se proyectaron anoche en la retrospectiva que el Festival de Sevilla dedica a la directora Ula Stöckl. En el emotivo discurso que pronunció el viernes en la gala inaugural en el Teatro Lope de Vega, la realizadora germana repasó las dificultades que arrostró para sacar adelante su obra y celebró que, 50 años después de su debut, la homenajeara un certamen donde tantas mujeres competían en la sección oficial.

La presencia de las cineastas se ha generalizado en el Festival de Sevilla y resulta estimulante encontrar, tras sus triunfos en San Sebastián y Locarno, a la sevillana Celia Rico (Viaje al cuarto de una madre) y la alicantina Elena López Riera (Los que desean) compartiendo seminarios y tertulias con realizadoras de la misma generación, como la francesa Mia Hansen-Love o la rumana Adina Pintilie, Oso de Oro en la Berlinale. Mientras, en la sección Panorama Andaluz estrenan sus nuevos trabajos Laura Hojman, María Cañas y Paola García Costas.

Sevilla ahondará en la autoría femenina cuando acoja en diciembre la gala de los EFA porque al palmarés europeo optan la italiana Alice Rohrwacher con su humanista Lazzaro feliz, gozosamente comentada ayer por nuestra columnista Carmen Camacho, y la española Almudena Carracedo con su documental El silencio de los otros, que también se ha mostrado en el SEFF.

La dirección, con todo, no es sino la punta del iceberg de una industria que se sostiene sobre numerosos oficios, creaciones y realidades subalternas. Una de las más necesarias e invisibles es la producción. Y en Sevilla residen algunas de las mejores productoras de cine españolas, como Verónica Díaz (no se pierdan su entrevista con Luis Sánchez-Moliní, donde glosa sus trabajos para Almodóvar o Soderbergh) o como Manuela Ocón, enfrascada ya en el rodaje de la segunda temporada de la serie La Peste. Incluso el certamen sevillano no se entiende sin directoras de producción escénica como Violeta Hernández, responsable de más de trece galas y recién premiada en Madrid junto a sus socios de La Suite por el ciclo Nocturama.

Esther García, que el año pasado presentó Zama de Lucrecia Martel en Sevilla, y cuya firma encontramos también en El silencio de los otros, se alzó en septiembre con el Premio Nacional de Cinematografía por sus tres décadas de trabajo en las películas de Almodóvar. Ninguna mujer productora lo había logrado antes. Esperemos no tener que esperar tanto para que alguna de estas profesionales recoja un día su testigo.

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