CON la maldita noche de los atentados de París ya comprobamos las evidentes carencias de nuestras cadenas que de tanto pensar en las audiencias, para conseguir ingresos, se han olvidado realmente del público. Como sucediera aquel viernes, por la noche sólo está encendida la lucecita del Canal 24 Horas. Las privadas ni tienen redacción ni músculo para improvisar un espacio de actualidad si la tragedia o la gran noticia apareciera a deshoras. TVE escuda esfuerzos y presupuestos en su canal informativo, bastante mejorable en todos los aspectos (hay contenidos de producción propia que rozan la intención becaria), y esa es la justificación para condenar hasta el confín de la madrugada a La 2 Noticias, otra de esas lucecitas de información que seguían empeñadas en pulular por la parrilla. Es un noticiario a contracorriente, con una escaleta bastante autónoma respecto a la que ofrecen los telediarios, más tutelados porque son mucho más visibles, y sobre todo con un talante inconformista y diferenciado que ha llevado a la redacción incluso a enfrentarse directamente contra los directivos de Torrespaña.

Ya con su horario cambiante y desconcertante, en el que los zapeadores lo tenían muy difícil para toparse con el arranque del programa, era complicado coincidir con Mara Torres. Pero desde el lunes será ya incluso una proeza contra el sueño y la paciencia.

La 2, esa cadena del vecino Antonio Sempere, ahonda en su despropósito. Una parrilla que no sólo pierde credenciales continuamente, sino que por motivos de financiación ve reducida progresivamente su batería de programación propia. A las reposiciones que cubren los desaparecidos formatos en directo se les han unido una remesa de cine de saldo, que hasta ahora se destinaban al relleno vespertino de 13 TV. Películas de videoclub de los años 80 para alimentar el que debería seguir siendo el principal canal de servicio público. Con un informativo alternativo destinado ya a que no lo vea nadie.