MIS escenarios de vida están en el centro, Nervión, la Cartuja y Los Carteros. Raramente, por no decir nunca, utilizo el coche: soy un entusiasta del transporte público. Por eso puedo decir sin interés personal que el Plan Centro, tal y como fue aprobado y ejecutado por el anterior Ayuntamiento, es un disparate. La oposición lo sabe y por eso propone cambios -ampliación del plazo, situación de los residentes, carga y descarga- que atenúen los graves problemas creados por el Plan. Pero también sabe, porque lo han dicho las encuestas, que la mitad de los sevillanos lo aprueba; y por eso lo está utilizando como ariete contra el alcalde. Lo números son ajustados: 51,5% a favor y 43% en contra; pero le bastan para montar una campaña. Es la suya una curiosa forma de interpretar las encuestas porque el 67,4% de los sevillanos (entre ellos la mitad de los votantes del PSOE) rechaza las setas y, que yo sepa, no han propuesto que las tiren.

El caso es que este 51,5% favorable le sirve a la oposición para su primera andanada contra el alcalde. Ignorando no sólo la opinión del restante 43% y la de los comerciantes y residentes, sino algo mucho más importante: la voluntad del 62,73% de los votantes que apoyó a Zoido y su programa, en el que figuraba la derogación del Plan Centro. Para la oposición socialista "plantear la derogación sin más, sin alternativas, por un compromiso electoral hecho en caliente, sería un gran error". En esto son sinceros: para ellos los compromisos electorales son espejitos y bisutería para encandilar a los votantes.

Por eso les debe chocar que Zoido esté dispuesto a cumplir sus compromisos, aunque ello le suponga afrontar una cierta impopularidad y tener que enfrentarse a mentiras tan repetidas que han acabado por ser tomadas por verdades. Una de ellas, que el centro está vivo, la siguen repitiendo los socialistas desde la oposición. Está vivo, sí, pero de vida turística, franquiciada, tematizada; convertido en un cada vez más horrendo parque temático de losas grises, espacios degradados, terrazas anárquicas, tiendas de camisetas y franquicias impersonales. Otra mentira es que hay suficientes transportes públicos alternativos. Con una red de Metro digna de tal nombre bienvenida sea la peatonalización, pero aquí se hicieron las cosas al revés. Y otra mentira más es que Zoido va a derogar el plan sin alternativas, a lo bestia, como si lo suyo fuera convertir el centro en un gigantesco garaje y meter coches hasta por la calle Sierpes. Mal está que no esperen ni los cien días de rigor. Pero peor es que manipulen ordeñando las encuestas.